Si usted no dice lo que es la fiesta de los toros, el PACMA dirá lo que no es
El documental ‘Tauromaquia’ es mentiroso, manipulador, propagandístico… y un pestiño
Mientras el mundo del toro sigue a lo suyo y se mira al ombligo del cansino triunfalismo con la indulgencia culposa del periodismo galopante, los enemigos de la fiesta continúan su batalla con el objetivo de ganar la guerra, que no es otra que la desaparición, por decreto o agotamiento, de la fiesta de los toros.
A riesgo de regalar publicidad al partido animalista PACMA, no se puede ocultar que acaban de estrenar un documental titulado ‘Tauromaquia’, que pretende retratar ‘la crudeza de las corridas desde el punto de vista del animal’. ‘La versión del toro: desconcierto, espanto y muerte’ ha titulado este periódico la información sobre el trabajo animalista. ‘Descarnado y dramático’ han sido los calificativos utilizados por otros medios. ‘La muerte del toro como nunca antes se ha visto’, según el PACMA.
Son treinta minutos de imágenes de festejos y citas literarias, con abundancia explícita de vómitos de sangre, estertores y espasmos del toro durante la lidia y el sádico semblante de los toreros, con el objeto manifiesto de mostrar que la fiesta de los toros es una ceremonia de maltrato, tortura y muerte de un animal indefenso ante verdugos sin piedad.
Mientras tanto, el mundo del toro vive en una burbuja, en un gueto del pasado
Imagínese un documental sobre el fútbol en el que solo aparecieran los futbolistas cuando se tapan un orificio de la nariz para echar los mocos sobre el césped, los insultos y las patadas ‘inocentes’ que se dedican unos a otros, o los hinchas cafres y primitivos que con inusitada violencia destrozan mobiliario y protagonizan peleas a leñazo limpio. Pero, ¿eso es el fútbol?
Imagínese que se habla de la vida y las imágenes se detienen en los padecimientos que sufren millones de niños, en la desolación que producen los terroristas, en las consecuencias de las epidemias, en la violencia de género, en las devastaciones de los huracanes, en las fotos de los criminales más sanguinarios… ¿Esa es la vida?
Pues eso es ‘Tauromaquia’, un documental mentiroso, manipulador, fraudulento, propagandístico, y, además, un pestiño.
Mentiroso porque nada tiene que ver el título con el contenido. No es un documental sobre la tauromaquia, sino sobre la presencia de la sangre del toro en la plaza.
Mentiroso, porque dice el director que muestra la perspectiva del toro. Falso. Enseña la intención de un enemigo declarado de la fiesta que utiliza las imágenes más desagradables del espectáculo para crear una opinión determinada.
Por eso es, además, un trabajo manipulador, fraudulento y propagandístico; porque oculta el conjunto de actividades artísticas, creativas y productivas de la fiesta, que incluye la crianza del toro de lidia, su protagonismo medioambiental, la grandeza de su bravura y nobleza y los nobles sentimientos que puede producir su lidia en la plaza.
Los niños de hoy no serán mañana, necesariamente, más pacíficos, pero sí animalistas
Y, además, el documental es un pestiño; una película sin planteamiento, nudo y desenlace, pesada y aburrida, que basa todo su interés en una sucesión de imágenes supuestamente desagradables con el único fin de provocar rechazo hacia la fiesta de los toros.
Pero ahí está, contra viento y marea, el documental del PACMA; un peldaño más en la búsqueda constante de la erradicación de la fiesta de los toros. Y seguro que a más de un observador convencerá, incluso para que se afilie al partido y conceda más importancia a los animales que a las personas.
Y lo curioso es que el mundo del toro parece que no se ha dado por enterado. Claro que los toreros, los apoderados, los ganaderos, gran parte de los empresarios y los taurinos en general viven aislados en una burbuja, en un gueto del pasado, al margen de la evolución de la sociedad, con sus propias leyes basadas en relaciones de desconfianza, el trueque y los compromisos cumplidos o incumplidos, qué más da. Ahí siguen, tan tranquilos, como si el asunto no fuera con ellos, aguantando un chaparrón que parece dirigido a otros, mientras los públicos abandonan poco a poco las plazas y aumenta peligrosamente el número de los animalistas que se sitúan en el lado de los ‘buenos’ y alejados de los morbosos y cada vez más escasos aficionados a los toros.
Total, que como los taurinos -entiéndase, el Ministerio de Cultura, las CCAA con presencia taurina en sus territorios, la Fundación del Toro de Lidia, la Unión de Criadores de Toros de Lidia y las demás asociaciones de ganaderos, los que se visten de oro o plata, los que gestionan las plazas, todos los que viven de este espectáculo y también los periodistas- no cuentan lo que es la fiesta, (pero la verdad, y no milongas), otros como el PACMA, se dedican a contar lo que no es, y esparcen mentiras que distorsionan la realidad.
Suframos los aficionados, sintámonos agredidos, critiquemos el documental, lamentémonos en la barra del bar, pero reconozcamos, también, que los antitaurinos están ganando posiciones frente a la irresponsable pasividad del sector. Qué más da que el PACMA conceda más importancia a los animales que a las personas, o utilice la mentira con fines propagandísticos… Lo más grave es que la sociedad española se destauriniza cada vez más.
Los niños de hoy no serán los aficionados de mañana; no serán más pacíficos porque conviven con la violencia del fútbol, de la televisión en horario infantil y de los videojuegos, pero rechazarán los toros porque es maltrato; rechazarán la sangre porque es desagradable, y la imagen de la muerte porque está prohibida.
¿Serán más solidarios y justos? Quizá, no, pero serán animalistas, que es lo progresista, lo moderno, lo más guay…
Y, mientras tanto, el mundo del toro, en las nubes. ¡Mecachis…!
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