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El movimiento del juego del cordel

Las obras de Xisco Mensua invitan a despojar los recuerdos hacia la superficie, a bucear entre las referencias de la memoria

'La fuga', de Xisco Mensua.
'La fuga', de Xisco Mensua.

Fronteras y tiempos definen la obra de Xisco Mensua (Barcelona, 1960). Su exposición No Return, en la sala Martínez Guerricabeitia, reúne materiales diversos presentados en tres capítulos que construyen una historia dentro de un relato repleto de referencias filosóficas, cinematográficas o pictóricas, y que responden a la fisonomía de la sala. Un delicado políptico articula cada estancia. Asimismo, pinturas, fotografías, esculturas y un vídeo puntúan un espacio que parece incómodo por el inconveniente silencio que le acompaña.

Noviembre. Cornudella de Montsant (2006) evoca la intimidad del hogar y la sensación de familiaridad del espacio doméstico a través del collage. A su lado, representaciones de un reloj a punto de dar las cinco, una cama deshecha y una cita de Chamfort adaptada por Beckett que nos invita a dejar la esperanza fuera de la sala, pero con una sonrisa. Un humor característico del artista que se camufla en la sobriedad melancólica de su escala de grises.

No Return (2010) es también el título del políptico de la segunda estancia sobre la imposibilidad de esclarecer el significado del lenguaje, el tiempo y la muerte. Pero no solo de estos, sino de sus manifestaciones culturales a caballo entre la ficción y el documento: una frontera fácilmente habitable, difícilmente decible. “¿No estamos a punto de… de… significar algo?”, pregunta Hamm a Clov en Fin de la partida (2014), a lo que responde: “¿Significar? ¡Significar nosotros!… (risa). ¡Esta sí que es buena!”.

Imágenes que piensan imágenes, textos que remiten a otros textos…, un mise en abyme para cada cual. El trabajo de Mensua podría entenderse como el juego del cordel, que a través de la repetición y de la experiencia del otro permite seguir en movimiento, redibujando los límites, jugando. Al políptico le acompaña Glenn Gould al piano, Ad Reinhardt y su color negro, detalles de fotogramas tramposos que revelan el principio de incertidumbre y el carácter pictórico de la ampliación fotográfica. Aunque esto ya lo aprehendimos con Antonioni y Blow-Up (una celebración de Cortázar), representada en la obra.

'Reloj', de Xisco Mensua.
'Reloj', de Xisco Mensua.

El tercer espacio lo define la simetría de las muertes del poeta Antonio Machado y del filósofo Walter Benjamin en el políptico Collioure-Portbou (2016). Un capítulo que nos habla de la geografía, la historia y el exilio en un cruce de fronteras, más allá de la imagen y el texto, que funcionaron como cuello de botella frente al fascismo. Dos tumbas a 30 kilómetros de distancia.

En lugar de convocar, las obras de Mensua pueden entenderse como gestos que invitan a despojar los recuerdos hacia la superficie, a bucear entre las referencias que acumulamos en la memoria. Referencias y experiencias a la manera de Foucault, es decir, intercambiables y en gran medida colectivas. Celebrar la poética de Xisco Mensua es pues celebrar la traducción del conocimiento no como reproducción, sino como la promesa de empezar de nuevo.

No Return. Xisco Mensua. Centre Cultural La Nau, Sala Martínez Guerricabeitia.Valencia. Hasta el 17 de septiembre de 2017.

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