Luis Solano: “Libros del Asteroide publica, sobre todo, buena literatura”
Como un asteroide frente a los grandes planetas del sistema editorial nació en 2005 esta editorial
Todos los buenos libros deberían ser considerados como asteroides, una especie de montículos que llueven desde el cielo y cuyo impacto suele ser temido por feroz. Parafraseando a Kafka, así deberían ser los libros, hachas “que rompan el mar helado dentro de nosotros”. Con una idea similar emprendió hace una docena de años Luis Solano su proyecto editorial: “Libros del Asteroide nace en 2005 con la voluntad de compartir libros que me gustaban, que podían tener lectores en España pero que no había editoriales que los publicaran”. El nombre llegó casi al mismo tiempo que la idea: “El nombre tiene que ver con muchas cosas, con el libro El principito, por ejemplo, que vive en un asteroide y cuando era joven era uno de mis libros favoritos. Pero también tiene que ver con el tamaño de estos cuerpos celestes más pequeños y con la libertad de órbita que tiene un asteroide para ir por determinados sitios por los que otros cuerpos celestes mucho más pesados no pueden ir”, explica el editor. De manera que las analogías entre los asteroides —pequeñas editoriales— y los planetas pesados —grandes grupos editoriales, valga la redundancia— eran palpables desde el comienzo.
“Libros del Asteroide publica, sobre todo, buena literatura”, dice Solano sin una pizca de egocentrismo y con buenas dosis de sensatez. Se centran en la ficción y no ficción narrativa. “No tenemos libros puros de ensayo, sino más bien obras de testimonios o libros de viajes. Se publica todo en una única colección porque creemos que cuando el lector va a una librería, lo que busca simplemente es un buen libro”. En estos 12 años han publicado 185 libros y hay una veintena de autores de los que han publicado más de tres obras. Son esos autores, según el editor, los verdaderos fetiches de su proyecto. Entre ellos está, por supuesto, la obra del periodista Manuel Chaves Nogales: El maestro Juan Martínez que estaba allí; A sangre y fuego; Juan Belmonte, matador de toros; La agonía de Francia y La vuelta a Europa en avión. Y hay un libro que llega en el segundo año de vida del proyecto, que gana el Premio Llibreter en Cataluña y que coloca, definitivamente, a la editorial en el panorama: se trata de El quinto en discordia, de Robertson Davies, la gran novela canadiense en el siglo XX.
Como uno de los emblemas de las pequeñas editoriales, Libros del Asteroide surgió en el inicio de la crisis económica: “Hemos tenido todas las dificultades del mundo. Este es un sector muy difícil e inmaduro, si quieres que las cosas te vayan bien, tienes que hacer cada una de las partes del proceso muy muy bien, pero con eso no te llega. Además de hacerlo bien, debes tener suerte. Nosotros sí que hemos tenido esa poca de suerte necesaria”, comenta Solano. Para ello, con un espíritu más cercano a una cooperativa que a un mercado de competencia feroz, en el año 2008 se asociaron un grupo de editoriales (Grupo Contexto: Sexto Piso, Impedimenta, Periférica, Nórdica y Libros del Asteroide) para poder concurrir en la Feria del Libro de Madrid de aquel año. A raíz de esa experiencia surgieron una serie de actividades que, aunque muchas no tienen cara al público, sí han servido a sus editores: “Lo que hemos conseguido es tener la sabiduría y el know-how que no podríamos tener por separado; se trataba de tener la sensación, en definitiva, de pertenecer a un gran grupo pero conservando la independencia”. Precisamente de una de esas editoriales hermana, Nórdica, elige Luis Solano un libro para recomendar: Hôzuki, la librería de Mitsuko, de Aki Shimazaki. “Se trata de una autora canadiense, de origen japonés que escribe en francés y que cuenta la historia de una librera de viejo en Japón que no quiere ser madre pero acaba siéndolo”.
Luis Solano tiene trazas de editor antiguo, erudito y discreto. Ha ido confeccionando con esmero y gran intuición un catálogo que en nada desmerece a los de los tótems de este oficio —Jorge Herralde, Mario Muchnik, Antoine Gallimard— y cuyo sello es sinónimo de calidad, de la imposibilidad de defraudar. Por ello su respuesta a la pregunta que siempre nos ocupa en este espacio se espera con ganas: “¿Por qué creer en los libros? No se trata de una cuestión de fe, sino más bien es una cuestión de vida. Yo no podría vivir sin la literatura y no concibo además que haya gente que esté renunciando a la riqueza, a la profundidad y a la vida que puede conseguir a través de los libros. Pero no es una cuestión de fe, insisto. Es un hecho que el libro te da algo que muy pocas formas de arte que te lo puedan dar”.
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