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¿Por qué creer en los libros?

“Los libros nos pueden salvar de ser unos analfabetos hipertecnificados”

"Lecturas sugerentes para tiempos inciertos": con este lema nació en 2013 la editorial Hoja de Lata

Ya lo he dicho aquí en alguna ocasión: algunas editoriales parecen haber nacido con la única misión de publicar un único libro o autor. Esto sucede con editorial Hoja de Lata, que tiene un curioso claim: ‘Lecturas sugerentes para tiempos inciertos’. Al frente de la misma están Daniel Álvarez Prendes y Laura Sandoval: “Hoja de Lata nace en 2013 en Gijón haciendo de la necesidad virtud. Nos quedamos en el paro y ello nos obligó a dar rienda suelta a ese proyecto ansiado que siempre queríamos llevar a cabo”. Esta editorial que nace de la unión de un gijonés y una barcelonesa toma su nombre de una doble inspiración: por un lado, la curiosa obsesión de Daniel por envasar libros (“se trata de enviar una pequeña cantidad de ellos a los libreros más afines, a ti como periodista cultural, a lectores especiales. Esos envases están hechos de hojalata”) y, por otro lado, de la intención de publicar títulos atemporales, “como esos juguetes de hojalata que tuvieron nuestros padres y abuelos y que cincuenta años después siguen teniendo validez y siguen emocionando e ilusionando”. Así es la filosofía de una editorial que no pretende hacer un catálogo de tendencia o efímero, más bien se empeñan en confeccionar un catálogo compuesto por libros de hojalata.

La editorial gijonesa tiene tres colecciones bien definidas: Sensibles a las letras, una colección de narrativa que busca el equilibrio entre obras de autores contemporáneos, clásicos e inéditos; Mecanoclastia, una colección de ensayo que ofrece herramientas de conocimiento a un público con inquietudes sociales, textos divulgativos que favorecen la reflexión personal y el debate y Albentestate, la mejor narrativa contemporánea en lengua asturiana. En la primera de las líneas destaca, por ejemplo, Cartas de una pionera de Elinore Pruitt Stewart, que recoge la correspondencia original que mantuvo Elinore con una antigua patrona y amiga de Denver y en las que relata su llegada a las montañas de Wyoming y su adaptación a un medio tan bello como implacable. También, por supuesto, Una trilogía palestina, de Gasán Kanafani, el gran renovador de la literatura árabe contemporánea. Pero si algún autor destaca en este catálogo es, sin duda, Luisa Carnés. Hoja de Lata trascenderá como editorial, probablemente, gracias a la publicación de la portentosa obra de una mujer olvidada: “Luisa Carnés es lo que ahora llamaríamos una ‘sinsombrero’, una mujer invisibilizada por el peso enorme de los hombres en la Generación del 27, una mujer de origen obrero y autodidacta que ochenta años después, hemos de recuperar”. En los últimos tiempos han editado dos libros de Carnés: Tea rooms. Mujeres obreras, (una novela social en forma de reportaje que narra la vida de esas mujeres de los años 30 en España que están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre) y Trece cuentos 1931-1963 (la compilación de los relatos de Carnés divididos en cuatro bloques temáticos: los relatos de la República, los de la guerra civil y la posguerra, los de temática mexicana y los de la actualidad internacional de la época).

A pesar de gozar de la satisfacción de publicar autoras perdidas en la historia como Carnés, Álvarez Prendes y Sandoval han tenido que superar ciertos obstáculos en estos cuatro años. Uno de ellos, por ejemplo, es el hecho de nacer fuera del centro, con el toque de exotismo que ello conlleva: “A lo largo de cuatro años las dificultades son las de partir de cero. Conocíamos el mundo editorial desde el otro lado, como libreros, pero como editores no teníamos ninguna experiencia más que los cursos de posgrado que habíamos cursado en edición, pero ni siquiera teníamos el mínimo contacto del responsable de cultura de un diario local. Han sido años de picar piedra, de practicar un continuo ensayo-error y cruzando los dedos para que ningún error nos entierre”, comenta el editor. Su misión no es otra que “jugar a la sorpresa con sus lectores”. En este mismo sentido, ellos también buscan la misma virtud en lecturas ajenas: “Yo recomendaría un libro exótico, Los casos del detective Kogoro Akechi, de Edogawa Rampo en la editorial Satori. Rampo es el padre de la novela negra japonés y esta es una antología de misterio, crimen y suspense protagonizada por el detective más célebre de Japón.

Antes de despedirnos en mitad de la feria del libro más calurosa que se recuerda, Daniel nos ofrece una respuesta a nuestra pregunta-mantra que bien pudiera difundirse en todos los colegios del mundo: “Hemos de creer en los libros porque en un tiempo en el que sacan de la educación secundaria asignaturas como filosofía, los libros nos pueden salvar de ser unos analfabetos hipertecnificados, es decir, que sepamos mucho de cómo se desarrolla una aplicación del móvil pero jamás hayamos oído hablar de un tal Shakespeare o Cervantes”. Y sí, ciertamente, los libros son siempre una tabla de salvación interesante.

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