¿Quién mató a la novela negra nórdica?
El empuje de nuevas potencias literarias y los efectos de la globalización del género criminal ponen en jaque la hegemonía del 'noir' nacido del frío
La novela negra vive una revolución global. El declive de la moda escandinava y el poderoso empuje de otras literaturas, otras geografías y otras realidades están cambiando el panorama. Hay una reacción a aquella amable e imparable invasión que se dio a partir de Millenium. Arnaldur Indridason, Jo Nesbo o Camilla Lackberg son ejemplos del poder comercial y a veces literario de la literatura criminal del norte de Europa, pero ya no es lo mismo. Francia, donde la tradición es extensa y rica y donde en la actualidad uno de cada cinco libros vendidos pertenece al género negro, es un excelente termómetro. El Quais du Polar de Lyon, gran reunión mundial de la ficción criminal, el mejor sitio para abordar este asunto. “La de la novela negra es la única globalización positiva que se está dando”, comenta Bernard Minier ante un café en una soleada tarde de viernes. “Hoy estoy en Lyon, pero la semana pasada estaba en Dubai, en una mesa sobre la geografía del género con un autor anglo sudanés y otro indio. Esto antes no pasaba”, explica el nuevo rey del thriller francés (más de 1,5 millones de libros vendidos).
En Akabé, Gabón, uno de los grandes barrios marginales de África, prefieren leer a Janis Otsiemi, el Ellroy africano, y sus turbias historias de mafia y tuées, tuées (prostitutas que mueren un día sí y otro también). “Con la guerra civil y la corrupción, África tiene la materia prima para el polar. Lo que veo cada día en la esquina cuando bajo de casa es novela negra”, nos cuenta Otsiemi. “Estoy cansado de leer historias que ocurren en ciudades en las que no he puesto un pie en mi vida. Espero que la nueva ola de novela negra sea africana. ¿Por qué no?” añade con una carcajada.
La criba del lector
El festival tiene este año tres autores islandeses, un país entregado a la lectura y con cifras de ventas monstruosas para sus poco más de 300.000 habitantes. Indridason, el rey de la novela negra en un país sin crímenes, más de 12 millones de libros vendidos en todo el mundo, defiende la pujanza del género en su versión nórdica. “No creo que haya sido una moda. Los nórdicos siempre han producido una excelente novela negra. Eso explica también por qué han tenido tanto éxito: en general están bien escritas y bien hechas”.
Sin embargo, Hélène Fischbach, directora de Quais du Polar, cree el exceso de títulos aparecidos durante años ha tenido un efecto perverso. “En Francia la novela negra escandinava tiene todavía muchos seguidores, pero me parece que los lectores han hecho una criba. En el festival hemos podido constatar que cada vez hay más curiosidad por descubrir autores nuevos que vienen de otros territorios”.
La onda expansiva del milagro 'Millenium'
El Quais du Polar inició su andadura el mismo año que se publicaba el primer tomo de Millenium y fue de la mano de esa innegable explosión que supuso la trilogía de Stieg Larson. Los efectos de la onda expansiva se sienten todavía hoy en distintas formas. Hélène Fischbach, directora del festival, relata cómo lo vivieron: "Evidentemente nos beneficiamos de su ascensión y durante varias ediciones le prestamos atención. Ahora la serie es a veces criticada, algunos señalan sus imperfecciones, pero recuerdo que cuando salió, la lectura del primer tomo fue una revelación. Después, la ola escandinava siguió con buenos libros y otros que no merecían ser publicados, pero lo que queda es la globalización del género". Diluido el milagro, cierto efecto rebote ha llevado a los escritores de Francia y otros lugares a reafirmarse en su identidad y triunfar con otra forma de literatura negra. Sin querer, Millenium puso el germen para superar el mito nórdico.
Europa vive en crisis permanente y Francia se enfrenta a la realidad de la destrucción del tejido social, el racismo y la amenaza de Le Pen. Ante esa situación, resucita el género crítico y de raíces sociales, revolucionario en su esencia, que tanto le dio a la literatura francesa de los setenta. “La situación política y económica que está atravesando Francia ha llevado a autores nuevos, de 30-40 años a crear una ola que renueva el neo polar. El francés es mejor lector que votante”, subraya Marc Fernández, escritor parisino, editor y responsable de la revista Alibi. La francofonía, todavía residual pero con empuje, completa la renovación.
Pero no solo de Francia vive el género. El efecto Perdida llevó a los estadounidenses a centrarse de tal manera en el thriller psicológico, el domestic noir y otras variantes que ha quedado un espacio enorme. Ahí el peligro es evitar la próxima moda, no volver a caer en la repetición hasta la saciedad de lo que ha funcionado. “En un mercado saturado, el trabajo del editor es sorprender. Y eso se hace también a través de las geografías, elemento esencial del género negro, un género con una plasticidad tremenda”, comenta Anik Lapointe, editora de Salamandra desde un Quais du Polar dedicado este año al Este de Europa.
La vía literaria también se abre camino. Stieg Larsson completó la obra iniciada en los setenta por Maj Sjöwall y Per Wahlöö y ampliada después por Henning Mankell. Gracias a Millenium el género llegó a millones de lectores nuevos, salió del gueto comercial, pero se quedó apartado en lo literario. Cada opinión que EL PAÍS ha pulsado en Lyon apunta en otro sentido. El hecho de que con The Sympathizer Viet Thanh Nguyen ganase el año pasado el Pulitzer y el Edgar, el más prestigioso de los premios del género, es sólo un ejemplo.
“Hay una generación de escritores jóvenes comprometidos que le están dando al polar una fuerza nueva y que además escriben bien, que es muy importante” resume Víctor del Árbol, único escritor español invitado a Lyon.
No parece que la situación política mundial vaya a mejorar antes de que el noir, más literario, más cerca de la sociedad de cada país, complete su cambio. En las paredes de los palacios de la burguesa Lyon se gesta una revuelta.
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