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MÚSICA

“El rock y el ‘hip-hop’ son palos del flamenco”

El nuevo disco de Los Planetas, 'Zona temporalmente autónoma', muestra la cara más política de la banda granadina, que busca inspiración en caladeros como el trap o la música popular latinoamericana

Javier Rodríguez Marcos
De izquierda a derecha, Florent, Julián Méndez, Banin Fraile, Jota y Eric Jiménez (Los Planetas al completo), la semana pasada en Granada. 
De izquierda a derecha, Florent, Julián Méndez, Banin Fraile, Jota y Eric Jiménez (Los Planetas al completo), la semana pasada en Granada. Juan Palma

Pese a su fama de imprevisibles, Los Planetas llegan puntuales al Lemon Rock, una mezcla de bar, restaurante y hotel elegido por ellos para hacerse la foto en Granada. La conversación salta de los conciertos que organiza el Lemon a la posibilidad de que un rapero remezcle una de las canciones de su nuevo disco, Zona temporalmente autónoma, que se publica el próximo viernes. Cuando la discusión pasa a centrarse en el uso masivo de procesadores de voz y correctores automáticos de afinación por parte de los nuevos músicos de rap, Julián Méndez, el bajista, da con la comparación perfecta para un grupo de guitarras como Los Planetas: “El Auto-Tune es la distorsión del siglo XXI. Parece que así puede cantar cualquiera, pero hay que ponerse”.

Rotas las filas, Jota (cantante y autor de la mayoría de las canciones) y Florent (guitarrista) hablan del noveno álbum del grupo, que ha tardado siete años en aparecer. Zona temporalmente autónoma se abre con ‘Islamabad’, un envolvente alegato contra la manipulación integrista de la religión inspirado musicalmente en ‘Ready p’a morir’, un tema descarnado, malhablado, chulesco y, a su modo, melancólico del trapero granadino Yung Beef, miembro eminente de Pxxr Gvng —léase Poor Gang— antes de convertirse en modelo de Calvin Klein.

Fue Jesús Llorente, responsable del sello Acuarela, el que propuso la colaboración. “Nosotros haríamos un tema suyo, y ellos, uno nuestro. Su versión sigue pendiente”, cuenta Jota, que escribió su propia letra porque no se “veía” cantando la original. El trap mezcla rap y música electrónica y él aprovechó la métrica expansiva del hip-hop para meter “muchas palabras y conceptos más complejos, más filosóficos” en una canción que Florent tituló en broma como “el rap de Islamabad”. Cuando supieron que el nombre de la capital de Pakistán significa “ciudad del islam”, decidieron que se quedaba así: encajaba bien en “el concepto” de un disco que se cierra con otra adaptación planetaria, ‘Guitarra roja’, una guajira libertaria de los años veinte: “Esas dos canciones son el marco del disco. Lo que hay entre una y otra es justo la zona temporalmente autónoma”. En esa ZTA hay 12 canciones de amor y desamor —marca de la casa— en las que las letras de Jota alternan con las coplas flamencas —marca de la casa desde La leyenda del espacio (2007)—.

“De jóvenes éramos más nihilistas, más existencialistas. Ahora creo que hay cosas que salvar de forma comunitaria”, dice Jota

El título del conjunto procede de las Temporary Autonomous Zones que el escritor neoyorquino Peter Lamborn Wilson —reconvertido al anarquismo de inspiración sufí como Hakim Bey— propuso en un famoso ensayo de 1991 como espacios ajenos al control de los poderes establecidos. “Esos espacios”, explica Jota, “hay que construirlos a partir de las relaciones más importantes, que son las sentimentales. Desde ahí tienes que enfocar cómo quieres que sea el mundo porque el capitalismo es un sistema que se basa en la competencia y que no permite el amor”. Tanto él como Florent admiten que sus canciones tienen ahora una carga política más explícita. “De jóvenes éramos más existencialistas, más nihilistas”, dice el cantante, nacido en 1969. “Más derrotistas”, añade el guitarrista. “Ahora creo que hay cosas que se pueden salvar de forma comunitaria”, subraya el primero. “Hoy los nihilistas son chavales como Yung Beef. Los traperos no tienen escala de valores y algunos son potentísimos musicalmente, pero no comparto, por ejemplo, su machismo”.

El trap y la guajira se suman al flamenco en la exploración sonora de Los Planetas, que no paran quietos. “Cuando empezamos funcionábamos por intuición”, explica Jota. “Florent tocaba la guitarra con un destornillador sin saber que también lo hacía Sonic ­Youth”. El aludido asiente: “Ahora buscas un sonido y tienes Internet lleno de tutoriales. Todo lo que te emociona, sirve”. Jota cuenta que cuando debutaron hace 25 años ya funcionaban así. Con una diferencia: “He aprendido a cantar”, dice entre risas. “Es mucho más difícil que aprender a tocar la guitarra”. Durante años camufló esa limitación cantando pegado al micrófono y sepultando la voz en la distorsión: “¡Y funcionó!”. A la hora de componer, aclara, siempre trabajaron igual: “Coges trozos de canciones o de letras que te gustan. Se te quedan en la cabeza, resuenan ahí y salen transformadas como en un puzle”. Su tradición eran The Velvet Underground, Syd Barrett y los 13th Floor Elevators: “Tienes que ser lo más consciente posible de esa cultura previa para no repetir los clichés y para ir un paso más allá. Antes partíamos de la música popular de nuestro tiempo, el rock and roll. Cuando nos dimos cuenta de que el flamenco expresaba las mismas emociones, se nos abrió una puerta enorme. La tradición es como una casa vieja: haces reformas y vuelve a ser funcional”.

Florent (guitarra), Banin Fraile (teclados), Eric Jiménez (batería), Jota (voz, guitarra y teclados) y Julián Méndez (bajo). Los Planetas, la semana pasada en Granada, antes de la entrevista.
Florent (guitarra), Banin Fraile (teclados), Eric Jiménez (batería), Jota (voz, guitarra y teclados) y Julián Méndez (bajo). Los Planetas, la semana pasada en Granada, antes de la entrevista.Juan Palma

El cantante de Los Planetas insiste en distinguir entre música popular —“que nace del pueblo y la transmite el pueblo”— y música comercial —“establecida por un programador que trata de transmitir una ideología”—. Para Jota, la cultura de los gitanos es otra “zona temporalmente autónoma”, con sus propios valores y un arte anónimo que pasa de generación en generación. “El flamenco es muy importante”, explica, “porque es donde se inventa la guitarra, que es fundamental para la música popular. Todo lo que viene detrás son palos del flamenco: el rock es uno; el hip-hop, otro. Los primeros raperos eran fans de Queen. Y hay tanguillos de Cádiz que son como hip-hop”.

Un cuarto de siglo después de entrar en órbita, también Los Planetas han generado una tradición. Junto a La Bien Querida —que colabora en el nuevo disco—, Jota y Florent citan a Los Punsetes, a Triángulo de Amor Bizarro… “Vienen de la misma corriente que nosotros. Hay cosas interesantísimas”. También Soleá Morente canta con Jota en este álbum. El mundo del flamenco, dicen, también se está abriendo: “Gente como Niño de Elche o Rosalía aprovechan la puerta que abrió Enrique Morente”. También a ellos se les abrió una puerta el día que el cantaor les explicó que “lo importante no es la técnica, sino abrir la tradición a otro público; que no se cierre, que siga siendo música popular. Eso te quita los complejos y piensas: ‘Yo puedo hacerlo de otra manera”.

Zona temporalmente autónoma (El Ejército Rojo-El Volcán Música), de Los Planetas, se publica el 24 de marzo.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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