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sillón de orejas
Columna
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El hipo es incoercible

Todo es acerca del sexo. Excepto el sexo. El sexo es acerca del poder

Manuel Rodríguez Rivero
Fotograma de 'Melanie, la chica con todos los regalos'.
Fotograma de 'Melanie, la chica con todos los regalos'.

1. Sexo

Se lo dijo, sin citar directamente a su fuente (Oscar Wilde), el ambicioso político Frank Underwood (Kevin Spacey) a la no menos ambiciosa periodista Zoe Barnes (Kate Mara) en House of Cards: “Todo es acerca del sexo. Excepto el sexo. El sexo es acerca del poder”. Y la verdad es que así ha sido desde mucho antes de que Paris raptara a Helena (con permiso de la alcahueta Afrodita) hasta ahora mismo, mucho después de que Clinton esgrimiera su cigarro puro (no es metáfora) ante la becaria Lewinski o de que el salidísimo Strauss-Kahn, la gran esperanza del deteriorado socialismo francés, se abalanzara en plan depredador sexual colonialista sobre Nafissatou Diallo, la limpiadora de su habitación. De sexo y poder trata también Una historia erótica de Versalles (Siruela), de Michel Vergé-Franceschi, especialista en Antiguo Régimen, y Anna Moretti, una profesora (¡atención!) “especialista de la feminidad y la sensualidad en la literatura”. El libro no es otra cosa que un recorrido por la petite histoire libertina del famoso palacio desde Luis XIV hasta Luis XVI: reyes y nobles en celo, distinguidas barraganas, putas (Ninon de l’Enclos), expertas amantes (M. de Maintenon, M. de Montespan), celebérrimas alcahuetas reales (M. de Pompadour), escándalos sexuales, etcétera. Y todo en aquel imponente decorado que ahora abarrotan los turistas de autobús: desde el pabellón de caza-picadero hasta los salones refulgentes de espejos (que, como la cópula, tan abominables resultaban a Borges). El libro da lo que promete, con tal de que al lector no le importe demasiado el rigor histórico (se incluye, por ejemplo, una carta que María Antonieta habría dirigido al conde Fersen y que la mayoría de los historiadores considera falsa) y le atraiga el morbillo ancien régime.

2. Sorpresas

Tres agradables sorpresas en la última semana es mucho más de lo que podía esperar mi estragado espíritu. La primera fue el “descubrimiento”, con dos años de retraso, del excelente Slow Eastbound Train, un cedé del compositor noruego e intérprete de tuba Daniel Herskedal, un buen ejemplo de cómo el jazz no cesa de encontrar nuevos y sincréticos caminos (tráiler en YouTube). La segunda fue la película Melanie, la chica con todos los regalos, un drama posapocalíptico de Colm McCarthy, basado en la novela homónima de Mike Carey (Minotauro, 2015), que demuestra que, más allá de las inevitables concesiones gore, el cine de zombis, que ya había mostrado su madurez en pelis como 28 días después (Danny Boyle, 2002), es capaz de adentrarse con éxito en los problemas morales de nuestra época. La última sorpresa ha sido el estupendo, crepuscu­lar y melancólico relato El día antes de la revolución, un cuento moral de Ursula K. Le Guin, que acaba de publicar Nórdica (traducción de Enrique Maldonado Roldán; excelentes ilustraciones de Arnal Ballester), en el que Odo, la septuagenaria revolucionaria fundadora de una sociedad anarquista, comprueba que, a pesar del inminente logro de la justicia y la libertad, la vejez (y la muerte) no perdonan. No se lo pierdan.

3. Middlebury

En 1917, cuando Estados Unidos entraba en una guerra de la que saldría como gran potencia mundial, se fundaba la Spanish School de Middlebury College, una institución importante en nuestra historia cultural y un centro fundamental para el conocimiento y difusión de la cultura hispánica en aquel país. Desde entonces la Escuela Española se ha convertido en lugar de encuentro y trabajo de una nutrida nómina de profesores, creadores e intelectuales procedentes de todas las orillas del español, una élite cultural que ha formado un milagroso claustro histórico por el que han pasado desde algunos de los miembros más célebres de las generaciones del 14 y del 27 (Américo Castro, Salinas, Guillén, Cernuda) hasta exiliados de posguerra —que allí encontraron un refugio más seguro—, además de conspicuos representantes de las letras y la cultura hispanoamericana, como Gabriela Mistral u Octavio Paz. Y siguen pasando, porque en esa insólita Arcadia hispánica de Vermont se renueva cada verano, desde hace un siglo, la misma ceremonia de transmisión de conocimiento y cultura. El próximo día 14 tendrá lugar en la Residencia de Estudiantes de Madrid, cuyo espíritu también se ha hecho notar en Middlebury, un sencillo homenaje público a la Spanish School en el que participaremos, junto a Jacobo Sefamí, su actual director, algunos amigos y profesores de la Escuela.

4. Homenaje

Nadie parece acordarse de Luis Miranda Podadera (1889-1969), aquel oscuro emprendedor que en 1921, cuando regentaba en Santander una academia de enseñanza de la lengua española para opositores, publicó uno de los long sellers más conspicuos de un género no proclive a las alegrías vendedoras: la Ortografía práctica de la lengua española, un “método progresivo para escribir correctamente” utilizado por varias generaciones cuando redactar con faltas de ortografía estaba aún mal visto. He encontrado un viejo ejemplar de aquel libro que le convirtió en un hombre rico (y que no ha dejado de venderse desde su aparición) en la segunda fila de una casi inaccesible estantería de mi biblioteca. De uno de sus enrevesados dictados para practicar el uso de la hache he tomado el aparentemente críptico, pero muy rotundo, título de este Sillón de Orejas. Y permítanme que les transcriba, como homenaje al autor, otro ejercicio en el que se refleja un imaginativo uso de la lengua que ya querrían para sí algunos modernos: “La picadura de una araña produjo a ese hominicaco un habón que le originó una hematosis, que le curó un homeópata”. ¡Hala!, a practicar.

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