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Admirable humanidad

Kenzaburo Oé vuelve sobre sí mismo y su hijo discapacitado en ‘La bella Annabel Lee’, una reflexión sobre la vida, el dolor y la búsqueda de una ética personal

Kenzaburo Oé visto por Sciammarella.
Kenzaburo Oé visto por Sciammarella.

Kenzaburo Oé es un escritor que se distingue por tres características habituales de su escritura: su alto grado de compromiso con los valores morales universales, la frecuente presencia suya como personaje central en sus obras y su notable conocimiento de la literatura occidental, de la que es deudor confeso, tanto como lo fueron anteriormente Junichiro Tanizaki y Yukio Mishima. En su nuevo libro, La bella Annabel Lee, Oé retorna a sí mismo y a su hijo discapacitado. Conviene recordar que el autor ha dedicado su vida, además de a la literatura, a cuidar de este niño (hoy ya hombre) que nació con lesiones irreversibles en el cerebro, creció autista, pero posee una especial sensibilidad musical y es un refinado pianista.

La novela pone en boca de Oé la historia de su adaptación al cine de un clásico del romanticismo alemán: el Michael Kohlhaas de Heinrich von Kleist. La versión, que va sufriendo sucesivas transformaciones, toma como referencias el mundo de la infancia de Kenzaburo Oé y las revueltas campesinas habidas en Shikoku en tiempos pasados, lo que desplaza la figura de Kohlhaas hacia un mito masculino del lugar: Meisuke, que es quien toma la cabeza de las revueltas en la adaptación. Por una mezcla de los recuerdos de infancia de Oé y de las piezas teatrales que su madre escenificaba con un grupo de aficionados, la obra acaba convirtiéndose en una adaptación del texto materno La batalla de la madre de Meisuke, lo que al final convierte a Michael Kohlhaas en una valerosa mujer japonesa alzada en armas.

'La bella Annabel Lee'

Por otro lado, hay una gran actriz japonesa, Sakura, comprometida con la producción que preparan Oé y el productor Kimori. Cuando la versión japonesa llega a la idea de que Meisuke sea mujer, Sakura se entusiasma verdaderamente con ella. Sakura se inició como actriz siendo una niña adolescente en una película de la que existe una segunda versión misteriosamente ocultada. Oé siente una gran atracción por la Annabel Lee del poema de Poe, atracción que se conecta con la misteriosa escena final de la película ocultada, que a su vez le recuerda la Lolita de Nabokov. Y es la hábil conjunción de estas tres coincidencias la que desemboca en un drama traumático para la bella Sakura, ya convertida en una primera actriz internacional, trauma algo inconvincente tal como se cuenta.

En torno a este argumento, quizá enredado, pero del que no debo explicar más para dejar saborear la novela al lector, se teje un planteamiento que desemboca en una reflexión sobre la vida, el dolor y la búsqueda de una ética personal. Todo ello enmarcado en una apasionada búsqueda de la belleza como superación de todo mal, de toda adversidad y como anhelo de perfección.

La novela se abre con Oé ya anciano que, paseando con su hijo discapacitado, se reencuentra con el productor Komari. A partir de ahí, el relato retrocede 30 años —los del trabajo de los tres sobre el proyecto de película— para volver a caer sobre la actualidad de los tres personajes ya ancianos, cerrando cada uno su particular concepción de la creación artística.

Toda la novela rezuma la admirable humanidad del autor. A veces es algo repetitiva, pero responde a un modo de ver las cosas. El personaje de Sakura, inhabitual en él, se alza como un sensible acierto.

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Autor: Kenzaburo Oé. Traducción de Terao Ryukichi.


Editorial: Seix Barral.


Formato: versión Kindle y tapa blanda (240 páginas).


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