Los libros y las retrospectivas
Artistas clave del arte de América Latina que, no obstante, no parecen acabar de interesar del todo más al sur del continente
Iba a empezar diciendo que extrañamente muchos de los libros que se publican sobre arte latinoamericano están en inglés. Pero en realidad no tiene nada de extraño, si pensamos que son los museos y las universidades, sobre todo, de Estados Unidos, las que tienen los recursos, de todo tipo, y el afán de llevar a cabo, por ejemplo, grandes retrospectivas de artistas latinoamericanos, como la que acaba de abrir hace unas semanas en el Carnegie Museum of Art, en Pittsburgh, dedicada a la obra de Hélio Oiticica. Lo mismo que pasó con las revisiones exhaustivas que hizo el MoMa del trabajo de Lygia Clark, en 2014, y de Joaquín Torres-García, el año pasado. Estamos hablando de artistas clave del arte de América Latina que, no obstante, no parecen acabar de interesar del todo más al sur del continente. O si interesan, no hay institución por aquí capaz de costear un proyecto así de colosal. De modo que este año, algunos de los mejores títulos tienen que ver con muestras originadas en países no latinoamericanos. Empezando por Hélio Oiticica: To Organize Delirium, un detallado repaso a la obra de este artista esencial, del que ciertamente mucho se habla, pero poco se ve; y en este libro cada una de sus etapas aparece representada con holgura, incluida una de las menos conocida, que fue la de su estancia en Nueva York en los años setenta. Algo parecido puede decirse del catálogo de la muestra Joaquín Torres-García. Un moderno en la Arcadia, que después del MoMa llegó en mayo al Espacio Fundación Telefónica, en Madrid, de la mano de una espléndida versión en castellano del catálogo, publicado por Ediciones El Viso. No siempre pasa que los libros a partir de exposiciones se dejan leer –más bien están hechos para verse–, pero este sin duda es la excepción, pues los ensayos aquí reunidos resultan especialmente fascinantes.
No menos atractivos son los libros derivados de otras dos grandes exhibiciones: Wifredo Lam, organizada por el Centre Georges Pompidou, en colaboración con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y la Tate Gallery, y Paint the Revolution: Mexican Modernism, 1910–1950, resultado del trabajo conjunto del Philadelphia Museum of Art y el Museo del Palacio de Bellas Artes. El catálogo de la retrospectiva de Lam –una zambullida en las profundidades de la obra del surrealista cubano, al que el poeta Aimé Césaire describió como “el gran artista de la pintura neoafricana” – se encuentra ya traducido y el otro sin duda lo estará, cuando la muestra viaje a México el próximo año. Aunque de los artistas ahí reunidos –Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo, Kahlo y Álvarez Bravo, entre otros– no pueda decirse que pasen desapercibidos, más bien, todo lo contrario, es verdad que rara vez se los ve juntos y con obras tan destacadas como las que esta exposición y este libro aúnan. Y el punto de vista tampoco es despreciable, pues se mira la época con el mismo entusiasmo que John Dos Passos, quien después de ver los murales de Rivera y Orozco en 1926, escribió, precisamente en Pintar la revolución: “si esto no es una revolución, me gustaría saber qué es”.
Y aquí algunos títulos sí publicados en América Latina que vale mucho la pena hojear:
Textos sobre la obra de Abraham Cruzvillegas (Secretaría de Cultura)
Santiago Sierra. Entrevistas (Pepitas de calabaza)
Alicia Penalba, escultora (RM / MALBA)
Y los ensayos heterodoxos de César Aira, reunidos en Sobre el arte contemporáneo seguido de En La Habana (Literatura Random House)
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