Sobre el blog
Mientras un toro de encastada nobleza y un héroe artista sean capaces de fundirse en el misterio de la lidia y un solo aficionado se siente en la dura piedra de un tendido para asistir a un espectáculo inenarrable, la tauromaquia permanecerá viva por los siglos de los siglos.
O no.
Si el toro se convierte en una caricatura de sí mismo y el torero pierde su condición esencial, la fiesta corre un serio peligro de supervivencia. Si, además, triunfa la ‘humanización’ de los animales y desaparece la emoción inherente a este espectáculo, el futuro se oscurece.
Y esta es, desafortunadamente, la etapa que vive en el siglo XXI. La fiesta de los toros ha perdido interés, es objeto de una lacerante persecución, y se siente abandonada y sin pulso.
¿Tiene futuro? Sin duda. Pero deberá pasar antes por la UVI de una profunda regeneración interna que le permita situarse en la modernidad y recuperar las esencias olvidadas.
Para ello, hay que desnudarla sin miedo, y poner sobre la mesa sus miserias, sus pecados, y, también, sus grandezas. Un paso ineludible para evitar su desaparición definitiva.
Ese es el objetivo de este blog: informar y reflexionar con rigor, sin favor y sin temor. Buscar la verdad, aunque la encuentre solo en parte; defender la pureza, elogiar al poder cuando acierte, criticarlo cuando se equivoque y denunciarlo cuando abuse.
Aunque se fastidien algunos que, a estas alturas, aún siguen pensando que el mejor servicio que puede hacer el periodismo taurino es ocultar los errores del sistema y ser su más fiel besamanos.
Pues, no. No será así. Este será un blog impertinente. Como debe ser. Y que cada palo aguante su vela…
A fin de cuentas, se trata de recuperar el misterio de la fusión de un toro de encastada nobleza y un héroe artista. Y eso sí que merece la pena.
Babelia
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