‘La sonata del silencio’ y sus claroscuros
Los actores, la factura técnica y la apuesta formal destacan en una serie con más pros que contras
TVE sabe cuál es su público. Sabe que con El Ministerio del Tiempo (¡renovación ya!) quiere atraer a una audiencia diferente de la que suele conectar con La 1. Y sabe que La sonata del silencio sí encaja perfectamente con su público objetivo. Por ahí, La sonata acierta. Y en general, su primer capítulo tiene más aciertos que fallos. Analizamos los claroscuros de esta miniserie de nueve episodios, una de las apuestas fuertes de TVE para el otoño.
- Sus actores
Es lo primero que llama la atención de La sonata. Marta Etura es una protagonista sólida que hace sombra a sus compañeros masculinos. Sufre mucho y sufre muy bien. Daniel Grao demuestra en el primer capítulo que sabe toser. Y sufrir. Eduardo Noriega parece demasiado constreñido en un papel que, de momento, pide esa contención y del que habrá que ver la evolución. Pero el que sí que apunta hacia una evolución interesante es el personaje de Fran Perea, en un rol muy diferente a aquel en el que estamos habituados a verle y que sacará el lado más oscuro del actor. Promete.
- Mirada femenina
No es una serie solo para mujeres, pero sí parece que tuvieran en mente más al público femenino. En esto viene determinada por la novela homónima en la que se basa. La protagonista es una mujer y el tono melodramático parece más encaminado a ese perfil de público. La situación de las mujeres y el machismo imperante en la España de los años cuarenta del siglo pasado es un asunto recurrente en su argumento, aunque todavía falta ahondar en el tema.
- Factura técnica
Desde el punto de vista visual, el acabado de La sonata es muy bueno, con esa apuesta hacia una apariencia casi cinematográfica que empieza a ser, afortunadamente, frecuente en las ficciones televisivas españolas. Juega con los claroscuros y la iluminación en una ambientación que transporta al espectador al Madrid de los cuarenta. Apuesta por puntos de vista arriesgados (primerísimos planos, contrapicados...) para intentar dar a la serie una identidad visual diferencial. Pero...
- Excesivo ejercicio formal
Pero precisamente ese esfuerzo por cuidar cada plano y por tratar de acercarse estilísticamente al género negro termina resultando pesado y algo forzado. Personajes que miran a cámara al ir a cerrar la puerta o la profusión de primerísimos planos termina por cargar. Aunque, por otra parte, quien no arriesga, no gana. Solo intentarlo ya tiene mérito.
- Mezcla de géneros
La sonata es un drama de época de los que parece que gustan en TVE. Con un crimen como punto de partida y una escalera de vecinos como punto de encuentro, la serie arranca a medio camino entre el melodrama romántico y el thriller, una mezcla de géneros que habrá que ver cómo encaja en el futuro y que recuerda en parte al tono de El tiempo entre costuras (también adaptación de novela, también con protagonista femenina, también en la primera mitad del siglo XX).
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