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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Degradación

El 27 de enero de 1993, la apología de la escabrosidad televisiva alcanzó uno de sus hitos: Antena 3 emitió ‘De tú a tú’ desde Alcàsser

Ángel S. Harguindey

Ha sido una semana intensa y calurosa. La política se centró en las dos sesiones fallidas de investidura en el Congreso. El interés informativo social recayó en la desaparición de una joven de 18 años en un pueblo gallego. Las televisiones equipararon en su más preciado valor —el tiempo de emisión— ambos hechos y si en el ámbito político todo era previsible, en el caso de la joven lo único previsto era la lamentable utilización de un hecho dramático para potenciar las audiencias: telediarios, espacios del corazón y tertulianos llenaron la programación sin aportar nada nuevo a la investigación en curso para satisfacer la atracción por lo truculento y, con ello, procurarse el mayor trozo posible del pastel popular y publicitario.

El 27 de enero de 1993, la apología de la escabrosidad televisiva alcanzó uno de sus hitos: Antena 3 emitió De tú a tú desde Alcàsser, el lugar del secuestro, violación, tortura y asesinato de tres niñas, cuyos cadáveres se habían descubierto esa tarde. Nieves Herrero, afamada presentadora, no dudó en utilizar todo lo que sirviera para retransmitir en directo el dolor de los familiares. Fue un ejemplo de degradación informativa. En Google se pueden encontrar miles de entradas sobre la cuestión, de reconstrucciones videográficas de los crímenes a rumores, detalles de las torturas o conclusiones de las autopsias, todo un retablo de la crueldad humana que tan bien rentabilizan las televisiones.

El 24 de enero de 2009, desapareció Marta del Castillo, una joven sevillana. Fue un filón para los telediarios y programas con expertos... semanas y semanas de una hipotética información que tampoco aportó nada a la investigación del crimen. El caso de José Bretón, el parricida de Córdoba, llenó un número inimaginable de horas. Todo vale si sube la audiencia. Ya solo falta que un videoaficionado consiga grabar a un marido apuñalando diez o doce veces a su mujer en presencia de sus hijos. ¡Es el morbo, estúpidos!

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