La música del humor
Pradera regala inteligencia en 'Tócala otra vez, Bach', un ensayo disfrazado de recursos para ligar a través de partituras clásicas
Escribir sobre música y sobre poesía está en el top ten de lo imposible. Pero escribir sobre música con la alegría y la solvencia con la que lo hace Máximo Pradera está al alcance sólo de grandes inteligencias humorísticas, y disculpen el pleonasmo porque no hay gran inteligencia sin sentido del humor. Pradera regala las dos cosas con un pretexto que en sí mismo es puro postureo. El disfraz de este ensayo consiste en vestirlo de batería de recursos para ligar lo mejor posible con cuñas musicales, observaciones afinadas, ritmos lentos o rápidos, tempos de actuación inteligentes y apoteosis carnales nunca garantizadas. La verdadera alegría de este libro está en enterarse de tantas cosas que uno no sabía y creía que nunca llegaría a aprender, a pesar de los títulos que Acantilado entrega a su propio ritmo, sean minucias absorbentes como el breviario de Brendel, sean los espléndidos ensayos de Ramón Andrés o de Tim Blanning.
El corazón de este libro, el corazón ético del libro, quiero decir, está en una confidencia de la página 78, cuando por fin Máximo Pradera se atreve a contar la verdad sobre él y sobre su padre, Javier Pradera, atosigado hasta el fin de sus días por un culpable fervor por Chaikovski, sin saber que Stravinski fue su primer devoto, o sin saberlo hasta que Máximo se lo contó tranquilizadoramente. Los ojos en blanco de la estupidez culta es el principal objetivo de este libro entretenidísimo que toca desde los silenciosos y teatrales 4’ y 33’’ de John Cage hasta el cráneo de Haydn a la vista de Brahms, pasando por el oído absoluto de Michael Jackson o el choteo flamenco que dedica a Rafael Sánchez Ferlosio su aventajado sobrino Máximo.
Pero igual que el autor vierte el nombre de sus cómplices, disemina también a sus adversarios oficiales. La más alta magistratura del postureo la ostenta sin rival Alberto Ruiz-Gallardón, de quien recuerda el autor la fastuosa colección de CD de música clásica que tiene en su casa, la mitad de los cuales seguían la última vez con el celofán puesto. Para quienes somos la perfecta antítesis del oído absoluto, este libro nos levanta la autoestima sonriendo, nos inyecta confianza incluso en las siempre delicadas relaciones sociales, y hasta deja la embriagadora sensación de haber empezado a entender algo de lo que sucede en las esferas de la música. Y eso me atañe incluso a mí, que no paso de ser un averiado padre burgués de familia numerosa, con 50 años y sin la menor oportunidad de ligar otra cosa que una sabrosa mayonesa.
Tócala otra vez, Bach. Máximo Pradera. Malpaso. Barcelona, 2016. 261 páginas. 17,50 euros
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