Carmen París: “Lo que más me exaspera en la vida es el 'glamour"

La cantante y compositora Carmen París se ha estrenado en el Festival de Mérida con la dirección musical del montaje Los hilos de Vulcano, una comedia en torno a los devaneos y amoríos de los dioses del Olimpo. Aragonesa de 40 años, París tiene la sensación de que con esta oportunidad se le está abriendo la puerta grande.

—¿Qué música o canción le llevó a ser cantante?

—Ninguna en particular. Empecé a cantar antes que a hablar. Con dos años interpretaba todas las canciones de moda.

—¿Qué fue lo primero que compuso?

—Dos canciones cuando era directora de coro de misa de una parroquia.Tenía 11 años y la música era muy mística, en la onda de María Ostiz. No las he vuelto a cantar

—¿Qué música escucha?

—No elijo un estilo determinado. Me interesan todas las músicas populares, también la clásica. Lo único que no escucho es el reggaetón, salvo cuando la pone mi vecino, que me tiene frita.

—¿Cuál ha sido el último disco que le ha gustado?

—El de Jorge Pardo, uno de mis músicos favoritos.

—¿Y el último libro?

—Tomar la pastilla roja, unos ensayos filosóficos basados en el guion de Matrix.

—¿Qué suceso histórico le impresiona más?

—Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, punto de inflexión de nuestra historia reciente.

—¿Impone el teatro romano de Mérida?

—Muchísimo, pero satisface mucho porque compruebas la importancia que los antiguos daban a la acústica.

—¿Qué música le sugiere un clásico como Los hilos de Vulcano?

—La armonía modal, que aprendí en el conservatorio. He trabajado mezclando el toque popular con músicas del presente.

—¿Qué canción suya interpretaría ante los dioses griegos?

—Sabia nueva, el single de mi primer disco

—¿Encuentra liberación en la música?

—La música nos muestra que la realidad es más amplia que aquella para la que nos han diseñado, que otros mundos son posibles.

—¿Qué cree que está sobrevalorado hoy día?

—Lo que más me exaspera en la vida es el glamour que no tiene otro fin y significado que el de ser envidiado