El debate
Lástima que no nos hayan ofrecido también lo que va a decir cada candidato en el debate, cosa perfectamente posible, y así poder hacer zapping con el Bélgica-Italia, por ejemplo.
Lo que en cualquier democracia arraigada es habitual, un debate en televisión entre los principales aspirantes a la presidencia del Gobierno, en nuestro país se ha convertido en un fenómeno extraordinario del que se ha informado de todos los detalles: casi 30 cámaras de televisión, más de 500 periodistas acreditados, dos asesores por candidato, dos bloques de publicidad de diez minutos cada uno, tres presentadores, atriles sin taburete, cuatro grandes temas a debatir... Lástima que no nos hubieran ofrecido también lo que va a decir cada uno de ellos, cosa perfectamente posible, y así poder hacer zapping con el Bélgica-Italia, por ejemplo.
De Mariano Rajoy sabemos que es el único que ofrece un Gobierno serio capaz de crear millones de empleos al mismo tiempo que deja las arcas de la Seguridad Social como un sembrado. Si por él fuera, el debate se habría celebrado en una tienda de mascotas, sin moderadores ni periodistas, con cuatro televisores de plasma. Pedro Sánchez, la única alternativa seria al Gobierno de los recortes y la desigualdad, habría elegido un 600 camino de la casa de la playa en la que, por cierto, se puede abrir de madrugada y descalzo la nevera.
Pablo Iglesias, con ese nuevo talante de la socialdemócrata madre Teresa de Calcuta, anunciará que está dispuesto desde la presidencia del Gobierno a tender la mano a quienes compartan su anhelo de reivindicar una España nueva, patriótica y autodeterminativa. ¿Lugar idóneo?: un centro comercial que ya tiene una web de éxito en Facebook: “Es más jodido salir de Ikea que de las drogas”. Albert Rivera, por su parte, aclarará definitivamente si apoyará, o no, un Gobierno del PP con Rajoy, o no, o si por el contrario no apoyará un Gobierno del PP sin Rajoy y sí apoyará a un Rajoy sin Gobierno. Ni que decir tiene que habría elegido un bareto tradicional, con un dueño solidario con los parados y un coletudo al que solo le importa Twitter.
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