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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La clave

'La clave' era un espíritu. La pipa de Balbín, los largos parlamentos, las discusiones serias, el trasiego de personajes mundiales

Juan Cruz

La clave era un espíritu. La pipa de Balbín, los largos parlamentos, las discusiones serias, el trasiego de personajes mundiales, el buen cine, las metáforas de lo que había pasado: la guerra, la dictadura, el dolor, la incertidumbre, el futuro de España, esas antiguallas.

La clave no le tenía miedo a nada, pero sobre todo no le tenía miedo al paso del tiempo. Era como una cuña de eternidad en el espacio peligroso de la Transición, y Televisión Española la alimentó y la mantuvo como si estuviera haciendo una cruzada al revés: hacia la paciencia de hablar, hacia la posibilidad de comunicar, hacia la urgencia serena de debatir.

Estaban unos y otros, los propios y los contrarios, los conservadores, los comunistas, los socialistas; se sentaban en butacas cómodas, como para respirar el humo de Balbín, y se sentían tan dignos de atención que a ninguno se le quitaba la voz si estaba hablando. Era, por decirlo así, un remanso de paz después de la batalla, pues entonces, aunque la juventud que aguarda lo quiera ignorar, el país corría riesgos innumerables y había que ponerse de acuerdo entre desiguales porque si no España se iba otra vez por la barranquera.

Es un buen recuerdo La clave pero, ay, es un recuerdo. Habría que ver, a la luz de esa descripción (que no es mía), lo que sucede hoy en los platós de las grandes exclusivas y de las discusiones avasalladoras en las que políticos y periodistas se indignan si le soplas que abrevien. Todo esto lo decía, de otro modo, pero con igual melancolía civil, el escritor Antonio Soler, el autor de El paseo de los ingleses y de la reciente Apóstoles y asesinos; hablaba el sábado último en Perugia, Italia, en un encuentro sobre la historia (y la literatura) española. Y habló de los tiempos perdidos, de los buenos tiempos perdidos. Para él esa metáfora que fue La clave (y lo que hay ahora) define el origen y la naturaleza de lo que nos ha terminado pasando.

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