Cómo convertir cualquier esquina en canción

Envuelto en una larga gabardina y con los brazos cruzados, Borja Mompó (Valencia, 1984) espera en la calle de Fuencarral. 08.12, hora punta en Madrid, especialmente para él: tiene que llegar esta mañana a dos trabajos, al de músico y al de responsable de márketing. Mompó es cantante, letrista, guitarrista, padre y alma mater de Modelo de Respuesta Polar, un nombre ya reconocible en el creciente océano de grupos indies que lleva casi un lustro moviéndose por escenarios de toda España. "A nivel cero todavía, eso sí", alude este valenciano sin acento sentado frente a un cortado con azúcar moreno.

Después de este desayuno Mompó caminará hasta la estación de Principe Pío para coger un tren de cercanías que le lleve hasta Pozuelo de Alarcón, donde está su trabajo de lunes a viernes. Mientras, el último disco del grupo, Dos Amigos (Hook Management, 2016), comienza a colarse en altavoces y auriculares. Se lanzó el pasado 15 de abril, aunque el single Momentos similares lleva rodando desde el pasado 7 de marzo. Esa canción es espejo del todo que envuelve al grupo. Momentos similares a los que cantan son los que puede vivir cualquiera, cualquier día; momentos similares a los de su semana pueden ser la rutina de cualquiera, en cualquier lugar.

"El bajista, Jorge Mollá, es abogado, el batería, Pau Paredes, es ingeniero de sonido, uno de los guitarristas y teclista, Cristóbal Colom, es periodista y el otro, Francisco Mollá, es ingeniero eléctrico. Yo estudié publicidad...". Levantarse y tener un horario de trabajo les da perspectiva: "Por muy bien que haya ido un bolo, el lunes llegas a la oficina y el mundo no ha cambiado, no ha trascendido más allá del valor que tú le des". El valenciano afincado en Madrid cree que es difícil que a medio plazo las circunstancias les obliguen a dedicarse por entero a la música. "Seamos realistas, estamos todavía en los primeros escalones, pero llegado el momento estaría claro: el grupo es lo primero".

Desde su primer disco, Así pasen cinco años (Limbo Starr, 2012), han evolucionado sin perder lo que los sujeta, sonidos sencillos y letras directas. Nada de buscar ecos en los lechos marinos durante la época de apareamiento de las estrellas de mar para incorporarlos a una intro. Guitarras, bajo, batería y teclados que pellizcaron algo de protagonismo en su segundo álbum, El Cariño(Limbo Starr, 2014), bajo la mano moldeadora de Suso Sáiz (histórico de Los Piratas y Los Planetas).

Para este último proyecto han elegido al productor Ricky Falkner (a cargo de Egon Soda, Quique González o Standstill) y el resultado sigue sonando a MDRP, en esta ocasión sin apenas teclados. "Es un disco totalmente de guitarras. Hemos intentado hacer algo que escucháramos dentro de diez años y no nos pareciera pasado. Y eso con los teclados o los sintetizadores puede ocurrir. Con una Telecaster, no". Armatoste básico para canciones que funcionan solas. "No necesitan más de lo que hay", cuenta apurando el café.

El proyecto de Dos Amigos salió en Verkami en enero de 2016, en los 40 días que da la plataforma de crowfunding consiguieron 8.710 euros, algo más de lo que necesitaban. "Ahí había público de verdad, gente a la que le gustaba e importaba nuestra música". Una satisfacción que se trasluce en el hincapié que hace en los gestos. "Todo es el resultado de mucho trabajo, de mucho consenso". Tanto trabajo y tanto consenso que el grupo funciona estén los que estén: con un acústico con Mompó a la guitarra o en uno de los escenarios del Sonorama con los cinco. La versatilidad y la capacidad de adaptación del grupo, en ese sentido y por ahora, es una ventaja.

Son las 08.53, sigue siendo hora punta en Madrid. El cantante recuerda la distracción que buscaban con ahínco en plena producción: "Comíamos siempre en un bar que hay cerca del estudio y poníamos Corazón, corazón en la tele. Ricky (el productor) y yo comentábamos el photocall. Estaba prohibido hablar del disco, necesitábamos la distracción más banal posible". A ese tercer trabajo le toca ahora respirar solo. "A ver qué pasa...", apostilla Mompó. Y cruza, con un comedido desgarbado, uno de los semáforos de la glorieta de Bilbao.