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Fantasmas y estetas

Víctor del Árbol administra muy bien la curiosidad y la sentimentalidad de su público: 'La víspera de casi todo' es una fluida novela de misterios criminales

Cinco de los personajes de La víspera de casi todo son asesinos y, de los cinco, tres son asesinos múltiples. Los criminales de la nueva novela de Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), ganadora del Premio Nadal 2016, tienen impacto periodístico: pederastas infanticidas y torturadores en serie. La repugnancia que provocan alivia o exime de culpa al justiciero que les revienta la cabeza a culatazos de pistola o les pega dos tiros. En Málaga, en el verano de 2007, un asesino de niñas secuestra, viola y mata a la que será su última víctima. Tres años después, antes de terminar de destruirse a sí misma, la rica heredera Eva Mahler, estrella de las revistas del corazón y madre de la muerta, huye de su casa. El azar la llevará a la Costa da Morte, a un lugar perdido entre acantilados, donde, como avisa la voz que cuenta la historia, también “existían monstruos ocultos que vivían en la ciénaga”.

Las criaturas de Víctor del Árbol tienen mucho pasado encima. Se mueven en atmósferas que alguien podría llamar líricas: una sonrisa es “la pértiga con la que saltaba cualquier dificultad” uno de los protagonistas, por ejemplo. El paso de la narración es pausado (incluso en los momentos de violencia hay tiempo para prestar oído al ambiente: “El zumbido de las moscas era una canción macabra”), y lo brutal y lo sentimental se concilian en el espanto. Otra niña desaparece y una familia arde viva en su casa, pero las atrocidades se rodean de cosas bellas: poemas de Juan Gelman, imágenes de Gauguin y Vermeer, evocaciones de Proust y Cortázar, un Mercedes descapotable de 1963, un piano Bösendorfer. La dueña del hostal hitchcockiano al que llega Eva quema en la chimenea un novelón de Thomas Mann, quizá un homenaje al detective Carvalho de Vázquez Montalbán. Cuando Eva aparece por primera vez, suena música: Hurt, la canción de Nine Inch Nails que cantó Johnny Cash (“Me hago daño a mí mismo para ver si todavía siento. Me concentro en el dolor, lo único real”).

Cinco de los personajes de La víspera de casi todo son asesinos y, de los cinco, tres son asesinos múltiples

Así son los participantes en esta historia: artistas o enfermos. Hay dos pacientes psiquiátricos, un muchacho con síndrome de Williams, estetas con inclinaciones musicales, plásticas, fotográficas, cinematográficas. El infanticida en serie dirige una filmoteca, nostálgico del cine de la edad de oro de Hollywood, y monta sesiones para niños con películas de Charlot. Su cazador, el inspector Germinal Ibarra, un cincuentón depresivo que jamás le ha disparado a nadie, también tiene su pasado: un padre guerrillero antifranquista, preso durante 15 años antes de acabar en un manicomio. A Germinal, a sus 10 años, lo violó un loco un día de visita al hospital.

El policía reflexiona cada noche con la pistola en la boca: “Una bala es un objeto perfecto, estético. Una píldora contra el dolor, un remedio definitivo”. Para adensarse un poco más, la historia salta a la emigración argentina en Alemania, entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado, y a la Argentina de dictadura, torturas, ejecuciones y desaparecidos. Pero tengan la edad que tengan y salgan de donde salgan, todos los personajes hablan igual, incluso el narrador que todo lo conoce y guarda sus secretos bajo un tesoro de frases lapidarias: “Los muertos saben cosas que los vivos ignoran”. “Todo empieza donde otra cosa acaba”. “Tratamos de huir de nuestro destino sin darnos cuenta de que nos dirigimos a él”, etcétera.

Víctor del Árbol administra muy bien la curiosidad y la sentimentalidad de su público: La víspera de casi todo es una fluida novela de misterios criminales con fantasma incluido e intimidades que funcionan como una incubadora de maldad, dramas y traumas. No hay investigación, hay crímenes tremendos que ni se sabe que fueron cometidos y van saliendo a la luz como los síntomas de una patología médica.

La víspera de casi todo. Víctor del Árbol. Destino. Barcelona, 2016. 412 páginas. 19,48 euros

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