Bernard Minier: “Estamos en la época posmoderna de la novela negra”
El autor de 'Bajo el hielo' publica ahora en español 'No apagues la luz'
Nacido en Béziers (Francia) en 1960, Bernard Minier publicó en 2011 su primera novela, Bajo el hielo (Roca), protagonizada por el comandante Servaz, un policía de Toulouse humano y amante de la música de Gustav Mahler, que se ve ante el reto de resolver una serie de terribles crímenes en una pequeña población de Pirineos. La novela, traducida a una docena de idiomas, tuvo un gran éxito. Salamandra ha publicado recientemente en España No apagues la luz, con el mismo protagonista. Minier responde a esta entrevista por correo electrónico.
PREGUNTA. ¿Hay una nueva novela negra? ¿Cómo ha evolucionado? ¿Hay un nuevo estilo?
RESPUESTA. Hablando de lo que sé un poco, la situación en Francia (y al decir esto, quiero aclarar que no soy un especialista: tuve una carrera un tanto inusual porque antes de escribir Bajo el Hielo, he leído muy poca novela negra), me parece difícil hablar de un nuevo estilo, dado que hay estilos, personalidades, universos diferentes. ¿Que tienen en común Pierre Lemaitre, Michel Bussi, Franck Thilliez, Fred Vargas, Hervé Le Corre, Dominique Manotti, Ian Manook, Emmanuel Grand y Caryl Ferey? Lo que hay de nuevo, tal vez, desde el siglo anterior, es precisamente esta variedad, esta fragmentación, este brote y también este tipo de dinamismo. Sin embargo, debido en parte al hecho de que todas los editoriales publican noir esperando encontrar la próxima gallina de los huevos de oro. Hay que esperar que esto no sea una burbuja más, y que el exceso de novela negra no mate finalmente a la novela negra...
P. ¿Cómo definiría esta nueva etapa de la novela negra?
R. Creo que estamos típicamente en la era posmoderna: no podemos escribir hoy como se escribía en la época de Hammett. Con posmoderna, quiero decir eliminación de la jerarquía entre cultura popular y alta cultura, parodia o al menos juego irónico, autorreferencia, escepticismo, desvío, etc. En los años 70, por ejemplo, el neo-polar (corriente literaria aparecida en los años 70) llevaba un discurso político vigoroso y claramente identificado, típicamente francés, y la única influencia formal era la de los Estados Unidos. Robert Pépin, especialista del thriller estadounidense, habla en alguna parte de esta tradición antiestablishment franchute. Los años 80 y 90 ha habido un estancamiento y una especie de debilitamiento, aunque no fue específico de la novela negra: en la música, el cine, la moda pasaba lo mismo... Hoy, sin embargo, hay una gran vitalidad del género y, lo que es interesante, no basta con contar historias: hay ambiciones narrativas, integración de otros géneros – histórico, fantasía, aventura... –, incluso se ha convertido en el campo de juego de los experimentos formales. Muchos autores de hoy no pertenecen a ninguna corriente identificada.
P. ¿Ha ampliado fronteras, temas? ¿Hay más fantasía, más historia, más social?
R. Sí. Hoy en día, la globalización ha suprimido las fronteras y las influencias son muchas. Hay una circulación de ideas, temas, universos, las traducciones se multiplican y todo el mundo se nutre de esto, conscientemente o inconscientemente. En Francia, actualmente, hay escritores que vienen de diversos horizontes, como yo, que pasé 26 años en aduanas. Hay tanta diversidad de influencias: conozco a autores de thrillers que no tienen cultura clásica, que no han leído Macbeth, ni a los Griegos, ni a Chandler, Simenon o Poe, pero en cambio se han mamado el cine de género y las series: les da a veces una especie de candor, lozanía que puede resultar exasperante o interesante. ¿Dónde estoy yo? No lo sé. Las tramas complejas, los cliffhangers, el suspense, el impulso de agarrar al lector por el cuello y no dejar que respire me conectan con la tradición de la novela de suspense, el interés por lo social, el énfasis en la psicología de los personajes, en los ambientes de la novela negra. Hay también autores de noir que se mueven en otro medio: Dantec, Virginie Despentes, en la actualidad, Lemaitre. No me gustan las categorías ni las etiquetas ni el orden: el desorden actual me encanta.
P. ¿Cómo ha influido el lenguaje cinematográfico a la nueva novela negra? ¿Y a usted?
R. Creo que los dos géneros se han retrolimentado, y también – como hemos visto – de otros géneros. Las primeras películas de Tarantino hablaban de asesinos no siempre muy profesionales y el cuidado en sus diálogos evoca inmensos dialoguistas como Richard Price, Elmore Leonard, etc. La serie Dexter convierte el cliché del asesino en serie tal como fue definido por Thomas Harris y luego aparece un Paul Cleave cual The Cleaner está claramente influenciado por Dexter. Como acabo de decir, muchos "jóvenes" (sí, yo nací en 1960) autores de thrillers aquí tienen una cultura más cinematográfica que literaria. Pero también crecieron con videojuegos, televisión, cómics...En cuanto a mí, a menudo se habla de una escritura visual, y se imagina que el cine me influyó mucho, cuando en realidad soy mucho más lector que espectador: son las palabras que me vienen a la mente en primer lugar, todas mis imágenes mentales se forjan a partir de palabras.
P. ¿Ha dado un salto de calidad?
R. No sé. Hay buenas y malas novelas policíacas, debemos separar el trigo de la paja, sobre todo con la gran cantidad de producción actual. Hay, como ya he dicho, audacias estilísticas, intentos formales más o menos exitosos, construcciones sofisticadas. Pero hay también autores con una escritura meramente funcional, lo que Roland Barthes llamaba escritura blanca. Hay grandes cosas y cosas sin interés. Hablar de salto de calidad hoy, cuando pensamos en autores del pasado como Leonard, Harris, Simenon, Japrisot, Manchette, Sjöwall & Wahlöö, Mankell, parece un poco exagerado, ¿no?
P. ¿Como definiría su estilo? ¿Realista, social...?
R. Muchos lectores no han visto que Bajo el Hielo no era realista, en realidad es un cuento para adultos. No lo han visto a pesar de que hay personajes que se llaman Grimm, Perrault, Chaperon (Caperucita en español), Propp (referencia a Vladimir Propp, autor ruso de Morfología de los cuentos), un castillo blanco, ogros encerrados en un asilo, una princesa dormida al final, un caballo decapitado al principio... Por supuesto me importa hablar de la sociedad en la cual vivimos (en El Círculo, publicado en 2012, ya describía el infierno de los emigrantes que cruzan el Mediterráneo y se menciona el problema del bipartidismo y de la corrupción política en Francia, de los cuales vemos los efectos mortíferos hoy con el avance del Frente Nacional; en No apagues la luz, por supuesto, se plantea el papel de la mujer en la sociedad actual y habla de la violencia de género), pero se detiene allí. Sólo pienso que cuanto más profundo se excava en su pequeño rincón del jardín (el mío incluye esa geografía especial que va desde los Pirineos a Toulouse: mi Escandinavia), más fácilmente se puede lograr – y lo digo muy modestamente – algo un poco universal, ¿no le parece? Esto es quizás lo que explica el éxito de mis libros en lugares con modos de pensar tan diferentes como Alemania, Polonia o Praga.
P. ¿Cuáles son sus referentes?
R. Son demasiados como para mencionarlos a todos. Empecé a escribir mis primeros textos a la edad de diez. A los trece años, quería ser Lovecraft, a los quince Asimov y Philip K. Dick, a los veinte Kafka; a los treinta entendí por fin que tal vez podría convertirme en un buen autor pero que nunca iba a ser un gran escritor. Digamos que a los que me siento más cercano es a algunos escandinavos como Nesbo, Mankell, Adler-Olsen, que admiro el estilo depurado y alucinado, el poder de hechizo y la dimensión mitológica de un Thomas Harris, también los enredos impecables de Connelly.
P. ¿Es la novela negra género social?
R. No sé lo que significa "género social". Hay más social en Tolstói y Dostoievski (al menos más verdad social) que en Gorki. ¿Qué es una novela social? Nabokov dijo en alguna parte que "no hay nada más molesto que empezar a leer Madame Bovary con la idea preconcebida de que se trata de una denuncia de la burguesía."Más que hablar de género social, me gustaría volver a la definición de Jean-Patrick Manchette que decía: 'La novela negra es una literatura de crisis". Sin duda se trata del único género capaz hoy de dar directamente cuenta de las crisis que enfrentamos – económicas, políticas, sociales, humanas... Pero repito: no me gustan ni las generalidades, ni las categorías, ni las etiquetas. Como novelista, lo que me interesa es la gente. Como lector y como hombre, también.
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