Esparadrapos
En la tele se los llama tertulianos. Algunos transitan todas las tertulias y se llevan las palabras de un sitio a otro, siempre pegadas con esparadrapos y con estereotipos


Los estereotipos son los esparadrapos de las tertulias, y en general de las conversaciones. Cortázar llamaba almohadas a esos esparadrapos; es hablar por hablar. En la vida cotidiana eso lo hacen los pesados. En la tele se los llama tertulianos. Algunos transitan todas las tertulias; como tienen que estar en tantas partes, se llevan las palabras de un sitio a otro, siempre pegadas con esparadrapos y con estereotipos.
Algunos de esos tertulianos que van de aquí para allá con esos apósitos son periodistas; se distinguen de los políticos en que hacen referencias a sus medios o a las informaciones que ellos mismos han obtenido, mientras que los políticos llevan estereotipos dictados por sus partidos y por eso repiten tanto.
Que los políticos repitan ya se espera; lamentablemente, ni una idea nueva, ningún estereotipo distinto, todo vale siempre que lo dicte el convento. Lo malo de los periodistas es que se han contagiado de la misma clase de esparadrapo, o de almohada, y parece que vienen de casa ya con el color al que, en la izquierda y en la derecha del espectro creado al efecto (en laSexta noche, por ejemplo, donde reina con una mesura increíble, y no se sabe cómo aguanta, Iñaki López), parecen querer servir (salvo las excepciones que ustedes quieran).
Y hablando de excepciones: es notorio que cuando hablan algunos de esos tertulianos (se me ocurren mujeres, Nativel Preciado, Lucía Méndez) se hace un silencio en las casas porque se hace también un silencio en el guirigay de la pantalla: es que ellas han dejado por el camino los estereotipos o los esparadrapos, de modo que uno se apresta a escuchar algo nuevo y guarda silencio al tiempo que se callan los que interrumpen.
Ahora ha venido a esa tertulia sabatina, con una carretilla llena de estereotipos, un tertuliano que se llama Pablo Montesinos, estereotipo del que interrumpe. Qué ruido ha traído el muchacho.
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