Una fotógrafa documental

Esta exposición supone un merecido y justo acercamiento a la obra de la fotógrafa norteamericana Berenice Abbott (1898-1991), una figura fundamental dentro del proceso de transformación y definición de la fotografía documental desarrollado a lo largo de la década de 1930. Aunque su contribución a la génesis y consolidación del llamado estilo documental no residió solo en su estricto trabajo fotográfico, sino también en su decidido esfuerzo por recuperar, valorar y difundir el legado del fotógrafo francés Eugène Atget (1857-1927). Es indudable que su ambicioso proyecto Changing New York, realizado entre 1935 y 1939, supuso una aportación decisiva en dicha dirección. La muestra, lógicamente, concede una atención importante a esta parte de su producción, presentando destacados y representativos ejemplos de lo que fue un completo y minucioso plan de documentación de la ciudad de Nueva York, fundamentalmente desde un plano arquitectónico, pero con el añadido de una incisiva observación de sus condiciones socioculturales. Junto a este bloque, y con el ánimo de construir un recorrido por su trayectoria, se exhiben otras facetas de su obra, como son sus retratos, sus imágenes científicas o algunas de las fotografías tomadas en el contexto de lo que podría considerarse como una temprana aproximación al género del viaje por carretera, en su caso, el recorrido que hace por la Route 1, de norte a sur, entre Nueva York y Florida en 1954.

La muestra presenta destacados y representativos ejemplos de lo que fue un completo y minucioso plan de documentación de la ciudad de Nueva York

Observando el conjunto de su producción, destaca con claridad la singularidad y coherencia con las que procuró abordar cada uno de sus proyectos, así como el perfil propio que incorporó a los distintos temas y géneros fotográficos por los que transitó su obra, del mismo modo que también está presente su aportación al diálogo de la época entre arte y documento, entre estética y utilidad instrumental. En su proyecto Changing New York, además de convertir en tema central de su observación la propia dinámica de transformación de la ciudad, exploró las posibilidades de un nuevo modelo de documentación arquitectónica, contribuyendo al reconocimiento y evolución de la fotografía de arquitectura. Un trabajo en el que es bien visible la adaptación y progresión de los postulados de la Nueva Visión hacia nuevos territorios y tratamientos formales. Algo que también es perceptible en sus fotografías científicas, en las que la necesidad de ilustrar y comunicar fenómenos complejos como la energía, el movimiento o el magnetismo encuentra un sólido referente en la destacada atención que había prestado también la Nueva Visión a la luz, la luminosidad y la minuciosidad descriptiva.

Observando el conjunto de su producción, destaca con claridad la singularidad y coherencia con las que procuró abordar cada uno de sus proyectos

En su viaje por la Costa Este de EE UU, sin embargo, abandona estas referencias y su práctica documental se aproxima hacia coordenadas por momentos cercanas a la Street Photography, con la intención de construir un relato sociocultural del territorio. Finalmente, en sus retratos, pone en práctica un modo de acercamiento al personaje en el que consigue un difícil equilibrio entre la percepción psicológica del sujeto y el despliegue y estudio de su actitud física. Un modelo desde el que planteó en su momento una nueva forma de entender la identidad y abrió una vía para cuestionar las jerarquías dominantes sobre lo masculino y lo femenino. Un desafío bien visible en la comparación y diálogo entre sus retratos de mujeres y hombres, en los que parámetros como afirmación, solidez, delicadeza e incluso fragilidad se contraponen en términos no convencionales, e incluso se podría decir que avanzadamente contrahegemónicos.