Teresa 2.0
El telefilme estrenado en La 1 intenta acercar a la mística y literata a los jóvenes de la impaciente 'generación wasap'. Es una pena que no lo logre
Un mismo libro de la Biblia, el Éxodo, inspiraba tanto a Martin Luther King como al Ku Klux Klan. La religión es capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano: a unos los anima a cuidar del prójimo y a otros a disparar los Kaláshnikov contra él. Compartían fe católica Teresa de Ávila y los inquisidores que no pudieron con ella. Ahora, en su quinto centenario, cuando los progresistas la reivindican, resulta irritante recordar cómo el franquismo secuestró la figura y hasta el brazo incorrupto de esta mística y literata de espíritu rebelde.
La 1 estrenó el martes —detrás del partido de fútbol de la escalofriante Marsellesa— el telefilme Teresa, dirigido por Jorge Dorado, que pretende ser un relato enfocado a los jóvenes de hoy, a quienes la idea de meterse en un convento para cambiar el mundo resultará muy exótica.
La película siente el peso de la exitosa serie que protagonizó Concha Velasco en los ochenta. En un intento de ofrecer algo distinto, esta versión salta entre dos tramas que no acaban de casar: una mínima, la de una adolescente actual acosada por matones en su instituto y que lee El libro de la vida, y la principal, la biografía de la santa reformadora, con más énfasis en su cara pública, enfrentada a corruptos e intolerantes, que en la íntima, esos éxtasis que la hacían levitar. Buenos actores: Marian Álvarez, Carla Díaz, Antonio de la Torre, Aitana Sánchez-Gijón, Terele Pávez. Ambientación y producción correctas. Pero, vicio común en la ficción española, un ritmo muy lento durante dos horas que se hacen largas.
Quedó incumplido el propósito de acercar a la impaciente generación wasap a esta estrella de la cultura española. Los jóvenes, era de temer, prefirieron Gran hermano y la película se quedó en un decepcionante 7,4% de la audiencia. Es una pena, porque 500 años después está muy vigente esa batalla entre el pensamiento libre y los aficionados a quemar libros o gente.
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