_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Saul Goodman? ¡Que se ponga!

‘Better call Saul’ rezuma una agria falta de piedad picaresca, retrata un universo de pérdidas y batallas inconclusas, navega entre Coppola y Buñuel

Jesús Ruiz Mantilla

Convenientemente deglutida, Better Call Saul (Canal + Series) impone una lenta digestión de los ingredientes que han compuesto la negra peripecia de este abogado trilero, con despacho en Alburquerque (Nuevo México). Día tras día, queda ahí, en uno de esos recovecos interiores donde se instalaron en habitáculos perpetuos los mundos de Tony Soprano, Don Draper y compañía…

Cuando Saul Goodman entró en Breaking Bad para defender el perifostio de Walter White en su bajada al averno, uno tenía la sensación de que la obra de Vince Gilligan atravesaba un bache. Pero fue aparecer el careto del inmenso Bob Odenkirk y sentir que aquella arriesgadísima apuesta, experimentaba algo así como un viagrazo argumental del que no bajó.

El llamado spin off, con sus previas andanzas, queda a la altura del padre. Una obra inquietante, tenebrosa, que se mueve sobre un filo de mestizajes entre géneros y pasa de la comedia negra a lo policial, del esperpento al drama de aguda introspección, como quien después del postre pide un cortado.

La natural destreza para el conflicto lleno de complejidades parido por Gilligan y Peter Gould, no tiene fin. Better Call Saul lleva la marca de las grandes obras televisivas. Rezuma una agria falta de piedad picaresca, retrata un universo de pérdidas y batallas inconclusas, navega entre Coppola y Buñuel. No da respiro en su misterioso abordaje de la capacidad de supervivencia cotidiana, se desliza entre la fortuna y el fracaso con su pleno dominio de la calle y la triquiñuela procesal.

Este macarra de baja estofa, pasado carcelario y cátedra en el timo de la estampita, que anima bingos en asilos con vistas a poner testamentos al día, nos tiene reservados grandes momentos. Su deriva acaba de comenzar, esplendorosamente, en el aperitivo de la primera temporada. Aquí te esperamos, Saul, ya te estamos llamando para que nos asistas en turno de oficio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_