“La palabra ‘verdad’ ya no está en mis diccionarios”
Chantal Maillard es poeta y filósofa. Publica 'La mujer de pie' (Galaxia Gutenberg), una historia contada en tres registros que reflexiona sobre la enfermedad
—La mujer de pie es una invitación a la escucha. ¿A quién escucha usted?
—Me gusta escuchar a los pájaros y a alguna niña canturreando. Me tapo los oídos a ciertas voces que hablan sin pensar, que son sólo ruido. Como el piar de los pájaros cuando van a dormir. Prefiero a los pájaros porque no entiendo lo que dicen.
—¿Quién es La mujer de pie?
—Alguien que no puede sentarse porque, en cuanto lo intenta, el dolor le hace levantarse como a los diablos aquellos que saltaban de sus cajas a abrirlas.
—La enfermedad y el dolor suelen estar presentes en su obra, ¿qué libros le han herido más?
—Los libros no hieren, lo que hiere es la existencia. No escribo a partir de otros libros, si a eso se refiere, hay cosas que han de ser experimentadas. Lo que la escritura pretende no es herir, sino comunicar. Reconocer la propia herida en palabras de otro es un bálsamo.
—¿Sin herida no hay escritura?
—Claro que la hay, la herida es sólo un tema entre otros posibles. Si he tratado del dolor en mis trabajos es porque he conocido algunas de sus variantes (son infinitas) y considero que es un tema importante, pero no el único. El proceso mental, las pasiones, la memoria, la indiferencia están presentes en mis libros. Tengo un especial cariño a Cual, ese personaje irónico, tierno y despojado que aparece en Hilos.
—¿Se arrepiente de algún libro propio?
—De todos los que contienen alguna afirmación.
—“Ningún animal se siente responsable de lo ocurrido a otro, salvo el humano”, ¿cómo se escribe la culpa?
—La culpa no es algo que exista, es algo que se construye. Culpable se le llama a aquel que transgrede las reglas de un determinado código moral. Fuera del orden establecido no hay culpa, sino un proceso en el que todo lo que adviene deriva de lo anterior. Ser capaces de libertad es saber saltar fuera de las normas del juego en el que se está. Escribir debería ser un acto de libertad.
—¿Dónde hay más verdad: en la filosofía, en la poesía o en la novela?
—La palabra “verdad” ya no está en mis diccionarios.
—Usted es doctora en Filosofía, ¿qué pierden los alumnos que ya no recibirán esta asignatura?
—La Filosofía es ante todo un ejercicio lógico, de lenguaje. ¿Qué pierde una sociedad que se construye sobre un cúmulo de errores lógicos?, sería la pregunta. Pues, como las ciudades erigidas sobre aguas pantanosas, están destinadas a hundirse.
—¿Alguna vez ha perdido el hilo?
—La cuestión es más bien cómo lograr perderlo. O mejor aún, cortarlo.
—¿Encuentra algo positivo en el ser humano?
—¿Me repite la pregunta?
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