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Ilustrísimos, ilustres e ignorantes

El programa de Canal + que presentan Javier Coronas, Pepe Colubi y Javier Cansado camina por su octava temporada

Manuel Viejo
De atrás adelante: Pepe Colubi, Javier Cansado y Javier Coronas.
De atrás adelante: Pepe Colubi, Javier Cansado y Javier Coronas.Santi Burgos

— ¿Por qué no llevan chinos al programa?

— Los chinos graciosos no existen. Yo [Javier Coronas, el presentador] me preocupo de comprar los regalos para cada uno de nuestros invitados en sus bazares, que ya es bastante. Y tengo que decir, por cierto, que son un mundo absolutamente desconocido. Los pago yo, claro, pero les paso el recibo al Plus.

Se abren las puertas de la Sala Galileo Galilei de Madrid. Sobre el escenario: una mesa blanca, redonda, impoluta, parecida a las de Ikea, pero (quizá) más cara. Cinco vasos de, aparentemente, agua y cinco sillas, de escritorio, de las de despacho serio. Javier Coronas, Javier Cansado y Pepe Colubi. Mas dos invitados, de toda índole, excepto, eso sí, políticos y futbolistas. "No es que no queramos, ojo. Ya vino Labordeta, pero en calidad de músico", dice Cansado. Y un tema a elegir: ¿Por qué soñamos?, ¿por qué las abuelas guardan todas las bolsas de plástico?, ¿por qué los futbolistas se dan palmadas en el culo? Y a debatir. Empieza Ilustres ignorantes. El tiempo son 23 minutos.  

“Los temas no se acaban”, dice Pepe Colubi. “Esto va para rato”, prosigue Javier Cansado. Y tanto. De momento Movistar + ha ampliado su emisión. De dos al mes, a cuatro. “Quieren que trabajemos”, cuenta Coronas. Los coloquios más surrealistas de la televisión van camino de su octava temporada sin cambiar nada. Un éxito. "Es un programa que no persigue la audiencia, no se podría hacer en una televisión nacional", opina la periodista y analista de la televisión Mariola Cubells.

— ¿Os lo han ofrecido alguna vez? 

— No. Nunca 

— ¿Qué saben los invitados cuando van?

— El tema y nada más. 

No hay un guionista, solo hay un documentalista que se encarga de gestionar los temas con Javier Coronas. No hay nada programado. Puede pasar cualquier cosa. Por ejemplo, David Fernández y Javier Cansado tuvieron que ir al baño un par de veces. ¿Se para el programa? No. ¿Alguna vez se ha editado más de la cuenta? No. De hecho, tienen un dicho: "Aunque se caiga un cámara, no se para". Y un día pasó. "Yo no voy a mear porque tengo pañales", remarca Colubi. 

— ¿Se hace buen humor en España?

— Sin duda. Es el mejor momento. El público ha mejorado mucho. Ahora se admite la provocación, cosa que antes era imposible.  

Las dos primeras temporadas se grababan en plató. Hasta que un día decidieron rodarlo en la sala Galileo. "Eso fue clave", dice Coronas. "Esos programas me dan vergüencita", confiesa Cansado. Para asistir como público solo hay que hacer cola en la Calle de Galileo, 100, dos lunes al mes, es gratis. "Es un programa para gente de 25 a 50 años. Nos encanta, ya hemos venido un par de veces", cuenta Jesús García, de 27 años, a las puertas de la sala. "Todos desempeñan un papel fundamental, quizá ese sea su éxito", dice Laura Pérez, de 24. 

Todo surge de manera natural. Ahí, cuentan, está una de las claves. Y, claro, luego llegan las anécdotas. Cuando fue Mario Vaquerizo el tema a tratar era el liderazgo y se alargó más de la cuenta: cuarenta minutos. "Creo que ha sido uno de los mejores", dice Coronas. Otro de los momentos inolvidables fue cuando le preguntaron a El Monaguillo el lugar donde guardaba las revistas porno. “Hombre, como todo el mundo, donde las tenía mi padre”, respondió.

Sobre los hombros de estos ilustres ignorantes ya recaen ocho años en antena, decenas de invitados —con clásicos como el humorista Pepín Tre, un habitual del espacio—, una gira por teatros de toda España e incluso un libro para dejar constancia por escrito de esta surrealista aventura.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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