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EN PORTADA / ENTREVISTA

Joyce Carol Oates: “En el surrealismo la gente es real”

La gran autora norteamericana desciende al territorio del miedo en su nuevo libro Oates planea cada obra con detalle porque lo suyo, afirma, “es un trabajo de arte”

Berna González Harbour
Oates posa en los jardines de la Universidad de Princeton, donde aún imparte clase
Oates posa en los jardines de la Universidad de Princeton, donde aún imparte claseFernando Sancho

Es una mujer tan seria que cuando sugerimos que sonría para la foto responde, quién sabe si irónica o sorprendida: “Yo creía que ya estaba sonriendo”. Joyce Carol Oates está posando en los jardines de la Universidad de Princeton, donde recibe a Babelia y donde, a sus 77 años, sigue dando clases incansablemente a los alumnos de primer curso. La gran autora americana del último medio siglo se muestra correcta y contenida a lo largo de toda la entrevista, sin amago de querer demostrar nada que no haya demostrado ya en sus libros, pero hay un momento en el que sus ojos se iluminan y una chispa sonriente se abre paso en las comisuras de sus labios: es cuando habla de su procedimiento, de cómo busca el tono apropiado, de cómo elige momentos, de cómo colecciona nombres de personas, de pueblos, de valles o lagos en listas que irá usando conforme se ajusten a la poética interior de un libro.

Porque el trabajo de la literatura, dice verdaderamente emocionada, “es un trabajo de arte que tiene cualidades musicales”.

Oates (Lockport, Nueva York, 1938) sabe hacer novelas gigantes de sentimientos pequeños, convierte en mármol los guijarros que ha encontrado en el camino y logra belleza de la monstruosidad. Ha escrito sobre grandes mitos americanos como Marilyn Monroe, Myke Tyson o los Kennedy, o sobre gente corriente; sobre guerras interiores y las de verdad; sobre sagas familiares, violencia, incesto o sobre su propia viudez después de 48 años de matrimonio. Pero esta vez ha elegido el miedo, los amores desgastados y la tensión entre personajes que se aman, odian, o se necesitan para construir Mágico, sombrío, impenetrable (Alfaguara), un vigoroso conjunto de relatos con los que Oates descose y recose las almas azotadas de la gente. Una y otra vez.

Y pobre de quien se cruce en su camino. Leyéndola, uno se da cuenta de que a su lado puedes ser víctima de una auténtica vivisección. Lo suyo es una autopsia literaria en vida.

A mis alumnos les enseño a ser críticos con su escritura. Escribir requiere una facultad crítica”

PREGUNTA.Este libro parece versar sobre el miedo. Miedo a perder el amor, a envejecer, a la muerte, a la enfermedad. ¿Es lo que quería?

RESPUESTA. Es un libro de historias ligadas por una relación repentina de camaradería entre dos personas conectadas. ‘Sexo con una camella’, la primera, establece una relación entre una abuela y un nieto de 15 años. Hay miedo a la muerte y por ello también se intensifica la relación entre ellos. Es como agarrarse a la mano de otro porque ambos se necesitan. ‘Mastín’, por ejemplo, es una historia de un perro que ataca a una mujer y eso provoca su unión con el hombre. Sin ese ataque, esa unión probablemente no se habría producido.

P.Es también un libro sobre amor. Hay amores desgastados por rutinas, por años, el amor erosionado. Y luego también está el amor que nace y se extingue, como en ‘Parricidio’. ¿Qué es el amor para usted, para su literatura?

R. La conexión de amor entre dos personas es siempre impredecible. En ‘Mastín’, por ejemplo, esas dos personas se unen por una situación de violencia. Si vives una situación de emergencia con alguien, se fragua algo fuerte. La libertad de alguien está siempre limitada por lo que nos ocurre. Y al final de ‘Parricidio’, la hija y la mujer del gran escritor que ha ganado el Nobel se unen fuertemente tras su muerte. Las dos son de la generación siguiente, están unidas, portan su memoria, pero al tiempo se divierten, posiblemente más que él.

P.Dibuja una generación de jóvenes con títulos a los que nadie espera cuando salen de la Universidad. ¿Está describiendo a la generación actual?

R. Es la generación que ha estudiado, están muy bien educados y son inteligentes, pero no hay trabajo para ellos. Por ejemplo, hay muchos más abogados que trabajos y la gente sigue yendo a estudiar Derecho, y no tienen los recursos y futuro que había en los sesenta o setenta, cuando yo estudiaba y había trabajo para todos. Ahora no. Les llamamos walking wounded, los Heridos Vivientes.

P.¿Son el resultado de la crisis o de un modelo que ha muerto para siempre?

R. Es básicamente económico. Muchos trabajos tradicionales se han ido a otros países, China, Tailandia, donde se paga poco. Trabajé un tiempo en Detroit y pude ver cómo se han cerrado las fábricas, las empresas.

P.¿Cuál es el futuro para estos jóvenes?

R. No me toca decirlo, pero es una cuestión política y económica, y también una crisis moral. La gente está perdiendo la orientación, no tienen trabajo, son excelentes, inteligentes, yo simpatizo mucho con esa gente y quiero escribir sobre ellos. Quiero escribir más de esa generación.

Joyce Carol Oates posa en los jardines de la Universidad de Princeton.
Joyce Carol Oates posa en los jardines de la Universidad de Princeton.Fernando Sancho

P.¿Hay algo positivo en esta crisis?

R. Posiblemente la próxima gente mire más hacia dentro. Los que no consiguen montar empresas o tener trabajo tal vez miren más hacia el interior, al arte, tal vez sean más religiosos, o más interesados en trabajo social. En medio ambiente.

P.¿Cómo le gustaría que se describiera su literatura? Hay definiciones que van desde lo gótico hasta el realismo psicológico o novela política.

R. Me interesa sobre todo el realismo psicológico, y en la literatura gótica o surrealista los personajes siguen siendo coherentes y psicológicamente reales. Cuando tenemos sueños por la noche, los sueños son surrealistas y fantásticos, pero nosotros somos reales y el sueño puede ser deconstruido, se pueden ver sus raíces en la realidad. Política, culturalmente y en términos de sociedad soy una escritora realista. Pero uso técnicas de gótico y surrealismo para explorar en el interior de la imaginación. En estos cuentos también.

P.¿Qué no se ha dicho de su literatura aún?

R. Tengo un humor negro, humor moderno también. Me gusta ver cosas irónicas y graciosas además de trágicas. Posiblemente estoy muy implicada en el amor, en las relaciones entre la gente. La mayoría de las historias aquí son de gente amarrada los unos a los otros. En ‘Desapariciones’, por ejemplo, personas que viven juntas desde hace tantos años y envejecen juntas, hay un triste sentimiento de pérdida, de que uno empieza a enfermar, desaparecer, estar menos presente. He perdido a cierta gente en mi vida, y primero empiezan retirándose. Te das cuenta de que ya no sabes tanto de ellos, de que ya no hablas mucho con ellos, así que imaginé esta sensación de desaparición.

P.¿Le resultó difícil escribir sobre la desaparición de su marido? Escribió Memorias de una viuda en 2011 y él murió en 2008.

R. Bueno, no podía hacer ninguna otra cosa. Estaba rota en mi concentración, y muy inquieta. La pérdida de mi marido fue una catástrofe emocional y no podía escribir. Tenía una novela acabada, así que la reescribí para hacer algo, Little Bird of Heaven. La reescribí y cada día tenía trabajo que hacer, el mío y el de mi marido. Y el trabajo administrativo. Así que no abordé ese libro como abordo ahora la escritura de ficción, sino desde el corazón. Avanzaba en mi diario más que en la máquina. Después de un tiempo, cuando vi que tenía unas doscientas páginas, me di cuenta de que no es que fuera difícil, es que era algo que podía hacer y no otras cosas. Cuando tienes una pérdida así es bueno trabajar, yo daba clases, está bien no sentarse sola y deprimida. Es bueno trabajar. Y estoy satisfecha de ese libro.

P.¿Cuál cree que es su obra maestra, o está aún por llegar?

R. [Ríe sorprendida]. Tal vez está aún por hacer. Acabo de terminar una gran novela, An American Book of Murders, sobre las complejas divisiones en la sociedad americana entre los liberales, muy educados, y los conservadores, muy religiosos, antidivorcio… Tenemos una división política muy grande aquí entre derecha e izquierda. La acabo de terminar.

P.¿Es la obra maestra?

R. No sé, siento que es una de mis grandes obras, muy compleja. Tengo familias en ambas partes, educadas y no educadas, americanos que van a la universidad y otros que no tienen buenos trabajos, tipo Walmart. Pero simpatizo con ambos extremos.

P.¿Y las mejores, si tuviera que elegir? ¿Blonde por ejemplo, su reconstrucción de Marilyn Monroe?

R. Es una de las más ambiciosas. Sí.

P.¿Es de la que está más satisfecha?

Blonde’ es mi obra más ambiciosa. Planeaba 150 páginas y pronto se impregnó de la vida americana y se hizo épica”

R. No pienso en esos términos. Es como cuando tienes varios amigos, no eliges, cada uno tiene sus cualidades. Me gusta mi novela Cartaghe, sobre un veterano de la guerra de Irak que vuelve a su pueblo. Fue muy sentida. Me gustan los sentimientos que tuve mientras escribía esa novela. Mudwoman es una novela muy emocional e íntima. Todas tienen parte de mi corazón. Blonde fue muy ambiciosa. Tenía originalmente 1.400 páginas y la corté a 900.

P.¡Y el plan era de 150!

R. Sí, empezó así. Pero fue como un experimento, se fue impregnando de la vida americana y se convirtió en épica. Fue muy emocionante, pero también muy exigente.

P.¿Y le resultó más difícil por estar basada en la realidad?

R. Creo que fue mi novela más difícil de escribir porque tiene muchas historias subsidiarias: la era McCarthy de los cincuenta, la cultura popular, las películas, la vida pública, Arthur Miller, que conozco un poco, Joe DiMaggio, John F. Kennedy y también una mirada a la privación de derechos en América, gente que era pobre pero muy determinada, que quería crecer en sociedad. A mí me impresionó de Marilyn Monroe que siempre tomaba clases: de canto, de interpretación o de baile. Aunque fuera famosa, quería aprender más, no como otras actrices de su tiempo como Elisabeth Taylor o Ava Gardner, que no estaban interesadas en aprender más, sino en actuar como eran.

P.¿Y para usted es más satisfactorio escribir sobre realidad o inventar ficción?

R. Yo sitúo a mis personajes en sitios reales, para mí los escenarios son muy reales. Y la situación política y la atmósfera son reales. Pero la mayoría de la gente es ficticia. No completamente inventadas, tienen compuestos de gente que conozco, pero no escribo sobre gente real. El modelo de ‘Parricidio’ es Saul Bellow, pero no es realmente él. Ahí hay un poco de Philip Roth, de Norman Mailer, todo junto, pero sobre todo Saul Bellow.

P.¿Cómo trabaja? ¿Es más difícil planear la obra, escribir o revisar?

R. Es importante planearla con cuidado. Planeo durante meses, lo planeo todo, tomo notas muy cuidadosamente, tomo muchas notas, tengo una línea y empiezo a escribir diálogos y escenas, y para cuando empiezo a escribir la novela tengo mucho material. La parte más difícil es escribirla. Pero mientras tomo notas puedo despertarme en mitad de la noche y trabajar. Revisar es la parte más fácil.

No creo que a ningún escritor se le entienda completamente

P.Pero para usted revisar es reescribir.

R. Sí, reescribo mucho, pero eso no es difícil. La parte más difícil es escribir el primer borrador, es duro.

P.Y cambia mucho del primero al definitivo.

R. Sí. El mejor ejemplo es Blonde, llegó a 1.400 páginas, iba a ser 150 y acabó en 900. Pueden cambiar muchas cosas.

P.¿Cuándo está más feliz?

R. Cuando acabo una parte, un capítulo, y lo reviso. Cuando siento la satisfacción de que algo es ya lo más fuerte que puede ser y me muevo al siguiente capítulo. Siento que estoy construyendo un puente, que cada parte es fuerte y se sostiene, y vuelves y podrías hacerlo de nuevo, pero hay cierta satisfacción en las escenas, en las relaciones entre la gente.

P.¿Cree que la literatura norteamericana es hoy la más importante del mundo o está viendo nuevas tendencias?

R. En la literatura americana de hoy tenemos mucha gente cosmopolita que viene de otros culturas. Salman Rushdie, por ejemplo, vive aquí, pero sus escrituras están basadas aquí o en India, o Inglaterra, podría ser en España. Vive aquí, pero podría vivir en otro sitio. Es un buen ejemplo de un escritor contemporáneo internacional. Es un ejemplo de escritor global, como la chino-americana Amy Tan; Boris Fishman, ruso judío americano; Colm Toibin…, son ejemplos de escritores globales. Viven en América, pero aportan muchas cosas. Yo soy escritora americana y estoy enfocada en América porque no conozco otras culturas, pero hay tanta gente internacional. La literatura americana de hoy no es solo ya la de una generación más americana como Faulkner, Mailer, etcétera. Es global.

P.Usted ha querido llegar al alma de la gente y retratarla. ¿Lo ha logrado?

R. Sí, creo que sí. He escrito tanto, y es lo que la gente dice. La gente dice que he escrito sobre experiencias que han vivido.

P. Su ensayo Del boxeo lo convierte en metáfora de la vida y de la escritura.

R. Es la lucha entre dos personas en el ring, frente a una audiencia, y tú solo eres capaz de ganar a tu oponente si tiene fallos. Pierdes si no te puedes defender de él. Es una parábola de la vida: ganas salvo que tengas unos fallos en tu técnica, no es solo que tu oponente sea fuerte, sino que tú tengas debilidades. Y a veces no tenemos suficiente valentía.

P.¿Cree que usted ha ganado los grandes combates, como los boxeadores?

R. No, no creo. Cada proyecto es un nuevo desafío.

Reescribo mucho, pero eso no es difícil. La parte más difícil es escribir el primer borrador, es duro

P.¿Cree que ha sido entendida por los lectores?

R. Por algunos. Por algunos escritores y algunos lectores. Pero no creo que a ningún escritor se le entienda completamente.

P.¿Cuál es la lección más importante que da a sus alumnos?

R. Les enseño a ser críticos con su escritura. Escribir requiere una facultad crítica y les intento inculcar eso.

P.¿Tiene amigos de confianza a los que dar sus borradores?

R. No.

P.¿Toma todas las decisiones sola?

R. Mi marido me lee, pero no es un crítico. Mi amigo Richard Ford se lo lee a su mujer y ella hace crítica. Jean Didion y John Gregory Dune se lo dan todo, pero yo no he tenido una relación así.

P.Hablemos de la estructura. ¿Cómo encuentra la voz, el tono, la estructura? ¿Cómo lo decide?

R. Es muy intuitivo, paso mucho tiempo buscando la voz, es la parte más difícil en la etapa de planificación. Debo encontrar la voz exacta. Las frases pueden ser cortas, largas, poéticas, pero esas voces están elegidas muy cuidadosamente para reflejar el carácter de los personajes. Hay distinta gente y distintas voces, y además una voz interior de cada personaje, que puede tener dos o tres voces. Elijo los nombres muy cuidadosamente, los escenarios…, paso mucho tiempo con ello. Tengo una lista de nombres para mi próxima novela, por ejemplo, es muy poético, muy fuerte, nombres de pueblos, de ríos, de valles… El trabajo de la literatura es un trabajo de arte que tiene cualidades musicales, y para mí es muy atmosférico. Es como si estuviera creando un mosaico en tres dimensiones: el tono musical, los momentos de belleza, momentos de poder… y sentido de comprensión de lo que la gente ve. Pero es de una forma intuitiva.

P. ¿Lo lee en alto?

R. Puedo oír la voz en mi cabeza. Sé los finales de las novelas, tengo una imagen, por ejemplo, dos personas agarrándose las manos, y trabajo hacia ese final. •

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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