Soledad Sevilla: “Se puede ser laico y místico”
Premio Nacional de Artes Plásticas en 1993, la artista expone en Madrid y prepara una pieza sobre Santa Teresa para la exposición que abre el 5 de noviembre en Valladolid
—Granada, la que recita poesía es ella, ¿de dónde sacó este título?
—Esa pieza forma parte de una serie. Vi una performance de Esther Ferrer en la que leía poemas y no paraba de pensar: "La que recita es ella".
—También usó los versos del poeta nazarí Ibn Zamrak en su trabajo sobre la Alhambra.
—Los versos hablan de los mismos espacios sobre los que yo trabajaba, son una representación formal que añadí a la mía. También usé un libro de poemas de Sánchez Rosillo para titular obras. Nunca materializo poemas en mi trabajo, pero me atrae la atmósfera que generan. Leo mucha poesía, siempre vuelves a ella.
—¿Qué lee ahora?
—Solo leo por la noche, que es cuando puedo concentrarme. En mi mesilla tengo En medio de la vida, la poesía completa de Hermann Broch.
—Su obra más reciente formará parte de una exposición colectiva sobre Santa Teresa en Valladolid. ¿Cómo se aproximó a este tema?
—Me pidieron La última, una pieza de hace años, con rayos de humo pero yo pensaba que debía ser algo más barrocco, con más elementos. Opté por crear algo de arquitectura, con laberintos, espacios cerrados y líneas de luz negra. Las instalaciones siempre son una sorpresa.
—¿Alguna lectura la ayudó?
—El libro de Espido Freire Para vos nací me acercó al contexto de la vida de Santa Teresa, cómo ella se sobrepuso a lo que la rodeaba a través del misticismo. De hecho creo que toda mi obra es bastante mística, no religiosa. Se puede ser laico y místico.
—¿Algún libro que recomiende a un artista que está empezando?
—Cartas a un joven poeta de Rilke, se lo hacía leer a mis alumnos. Cuando Rilke contesta al joven sobre si debe seguir escribiendo, le dice que si siente que se muere si no vuelve a escribir debe continuar. La vocación es muy importante. El arte requiere sacrificio, esfuerzo y disciplina.
—¿Qué leía de pequeña?
—Tebeos, Doña Urraca y Mortadelo y Filemón. En casa de mi padre había además una muy buena biblioteca.
—A menudo se habla de la superposición de su obra pictórica sobre su trabajo espacial, ¿también superpone lecturas?
—Siempre tengo varios libros cerca de la cama. El más constante es El libro del desasosiego de Pessoa. Ahora estoy con El buen relato, la correspondencia de Coetzee y Anabella Kurtz. No leo mucha novela, me gusta más el ensayo.
—¿Por qué?
—En las novelas me cuesta pasar de la página 20, aunque hay excepciones como Libertad de Jonathan Franzen.
—En su serie de las Meninas quitó todos los elementos narrativos y dejó solo la sala.
—Siento que el espacio es lo que nos atrapa.
—¿Y qué espacio tiene hoy el arte?
—Tiene muy poco, igual que la cultura, que está muy abandonada. Pero los artistas plásticos tampoco sabemos reclamarlo, nosotros nunca decimos nada.
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