Italia digna
'1992' es toda una lección para países como España, donde aún nadie ha tenido las agallas de plantear en formato de serie visiones crudas y críticas de nuestro más inmediato pasado
Algunos hemos oído decir a gente profundamente conocedora de Italia que el siglo XX se puede resumir como el de un denodado pacto entre la Iglesia, la mafía y la democracia cristiana para evitar la llegada de la izquierda al poder. No se cansaba de advertirlo un maestro y mentor de periodistas como Carlos Elordi, cuando era, entre otras cosas, corresponsal de La Repubblica en España. Todo esto se trasluce como un inquietante ritornello en 1992, la espléndida serie que desmenuza sin piedad los años de la Tangentopolis y el ascenso de ese marasmo cutre, kitsch y tremendamente dañino que fue el berlusconismo.
El hecho de que haya sido producida por Sky, es decir, Rupert Murdoch, podría hacernos desconfiar. Pero la crudeza y el transparente autoanálisis colectivo, urdido con una poderosa mezcla de personajes reales y ficticios, obligan a reconocer a sus creadores —Alessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo— como uno de los tríos más pujantes del panorama audiovisual europeo.
Por el escenario de 1992 pulula la nobleza de jueces como Antonio di Pietro y Giovanni Falcone, en pugna con la bajeza moral de políticos corruptos y el oportunismo salvapatrias, cristalizado en turbios neofascismos de movimientos como la escalofriante Liga Norte. Toda una lección para países como España, donde aún nadie ha tenido las agallas de plantear en formato de serie visiones crudas y críticas de nuestro más inmediato pasado.
En medio de estos chiringuitos corrosivos, donde aflora permanentemente basura embadurnándonos con tramas corruptas en partidos tradicionales o llevando al límite por ineptitud catástrofes como la pantomima soberanista, urge una propuesta que llegue a grandes públicos y transmita de manera cruda, analítica y a la vez tremendamente divertida de dónde venimos y hacia dónde vamos. Sobran Ozores posmodernos y faltan vitriólicos Azconas y Berlangas. ¿Alguien se anima?
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