The Sonics: “Las radios temían que infartáramos a los oyentes”
La mítica banda, antecesora del punk o el grunge, presenta su primer álbum en medio siglo. “Nos hemos empeñado en conservar nuestro sonido crudo”, dice Gerry Roslie
Postal para una resurrección. “Ahí nos tenías, cuatro décadas después, detrás de esa cortina preguntándonos quiénes esperaban al otro lado. De repente, se abre y, al anuncio de ‘en Nueva York, The Sonics’, ruge una multitud llena de chavales. Era como estar en la máquina del tiempo”. Lo recuerda el cantante y teclista Gerry Roslie (Tacoma, Washington, 1944). Y se vivió en el festival Cavestomp de Brooklyn en 2007, kilómetro cero para la nueva vida de una de las bandas estadounidenses con un halo más fascinante. El que fue convirtiendo a un quinteto desaparecido con apenas tres discos de garage-rock en los sesenta en padre del punk, el hard rock, el grunge o, en definitiva, cualquier estilo que aunara crudeza y energía.
Corte de admiradores célebres al margen (Springsteen, Nirvana, Jack White, The Black Keys…), quien haya tenido oportunidad de verles en directo desde el retorno sabrá que conservan aquel nervio: “Éramos como una tormenta, y nos hemos empeñado en conservar nuestro sonido”. Riesgo de pérdida de frescura por exceso de práctica no hubo: “La música fue muchos años capítulo concluido. Larry Parypa [guitarrista] trabajaba en una aseguradora, Rob Lind [saxo] se hizo piloto comercial y yo me dediqué al mundo del asfaltado”, relata Roslie. Su voz no recuerda a la del aullador que aún es, pero rebosa satisfacción: abordan gira española (del 8 al 15) tras publicarse el primer álbum nuevo de The Sonics en casi cincuenta años.
El título de este cuarto largo de estudio del grupo de Tacoma (ciudad portuaria a 40 km de Seattle), This Is The Sonics, no miente: para nada desentona con sus dos celebradas primeras obras, Here Are The Sonics (1965) y Bloom (1966). “Queríamos devolver el cariño a los fans y que no solo nos vieran como una banda de los viejos tiempos”. Y nadie diría que son septuagenarios (la sección rítmica que completa al trío original también es veterana). Para preservar aquella llama sonora contaron con alguien que, según Roslie, “sabía muy bien lo que hacía”: Jim Diamond, componente de los Dirtboms y productor del estreno de los White Stripes.
La voz de Roslie no recuerda a la del aullador que aún es
Con Diamond grabaron en un estudio analógico de Seattle, en vivo y en mono. Y, esta vez, dispusieron de una semana de ensayos: “En los sesenta, nos pedían directamente registrar la canción. Menos mal que llevábamos los temas muy trillados de nuestro pateo de garitos del Pacific Northwest [su escena]”. Aunque no siempre era así, también había que componer al bote pronto, como ocurrió con ‘Psycho’, uno de sus pildorazos: “Supimos la noche antes de grabarla que la discográfica quería un corte propio para suplir un cover de Little Richard en la cara B de ‘The Witch’, nuestro primer single. La acabamos en 50 minutos”. Etiquette, el sello local que les llevaba, quería ahorrar en derechos a Richard ante el éxito de ventas del sencillo,
Discografía sónica
Here Are The Sonics (Etiquette, 1965)
En la estela malévola de ‘The Witch’, Gerry Roslie no solo escribiría la imparable ‘Psycho’, sino también ‘Strychnine’, supuesta oda a dicho veneno (los popes radiofónicos del Northwest evitaban emitirlas en el horario mañanero dominado por las amas de casa). Junto a ‘Boss Hoss’, forman la producción propia que convive en este debut con múltiples versiones. Una imprescindible, ‘Have Love, Will Travel’, de Richard Berry, redescubierta en 2004 por un spot automovilístico.
Boom (Etiquette,1966)
Richard Berry sigue presente, esta vez por su ‘Louie Louie’ (convertida en hit por otro grupo del Northwest, The Kingsmen). Entre los cinco cortes de Roslie, uno a vueltas con el Demonio, ‘He’s Waiting’. Y para un álbum de nombre inspirado, como el del grupo, por el ruido de los aviones de la zona, anécdota en pos de la agresividad sonora: la banda arrancó la insonorización de las paredes del estudio (simples cartones de huevos) para aproximarse a su versión sobre las tablas.
Introducing The Sonics (Jerden, 1966)
El penoso intento del nuevo sello (propiedad del productor de The Kingsmen) de domesticar su estilo durante la grabación en California cuajó en una obra fallida (se salvan temas, ‘I Got Your Head On Backwards’, ‘High time’…) con la que The Sonics se despidieron. La guerra de Vietnam contribuyó a su vez al adiós, al urgirles a varios de ellos volver a la universidad para evitar la leva. En 1972, se juntaron para un show en vivo dentro de un cartel compartido. “Fueron solo tres canciones. Parte de lo recaudado iba para fines benéficos”, apunta Roslie.
This Is The Sonics (Revox, 2015)
Micrófonos vintage en el estudio del ingeniero Jack Endino (ya hicieron con él un EP en 2010) e "instrucciones sencillas" de Jim Diamond para sonar como en su época de adolescentes. A la colección, notable, no le faltan el toque maléfico de 'I got Your Number (666)' y el humor de Roslie en 'Save the Planet' (el único con cerveza). Lleva una versión de The Kinks ('The Hard Way'), un par de composiciones de Rob Lind y mucho R&B añejo: Willie Dixon vía Bo Diddley, Hank Ballard o Eddie Holland. La de este la compartieron en directo hace poco con Pearl Jam. "Nos llevamos muy bien con los del grunge. Y fue un orgullo cómo hablaron de nosotros en Sonic Highways, la serie de Dave Grohl".
Ni siquiera las 29.000 copias expendidas de ‘The Witch’ les brindaron repercusión nacional. El miedo de las emisoras a radiar sin límite esas historias de brujas, psicópatas y demás oscuridades, con salvaje ejecución, resultó determinante. “Temían infartos en la audiencia, llegábamos como un tren en marcha”. Tampoco ayudó el que Etiquette rechazara los cantos de sirena de majors como Columbia. Cansados de sus disqueros (y eso que eran miembros de otro grupo de la escena, The Fabulous Wailers) se mudaron al sello Jerden. La aciaga aventura de grabar en Hollywood el tercer álbum, Introducing The Sonics (1966), preludió el fin de la banda hasta la reunión de 2007: “En aquel estudio no habían visto a un artista de rock and roll en su vida, pretendían que bajáramos el volumen, que sonáramos a otra cosa. Le cortaban las alas a nuestro estilo, y nos sentimos burlados.
El nuevo trabajo, publicado por su propia etiqueta, incluye hoy la habitual mezcla de originales y covers que caracterizó a The Sonics. Muchas de las composiciones ajenas provienen del R&B clásico. “Uno de nuestros amores eternos. Gente que sentía realmente su música, cantara sobre lo que cantara. Buscamos sentir la nuestra de forma parecida”. En cualquier caso, influencia principal en la génesis de la banda fueron los pioneros del rock. “Sobre todo, Elvis; y para mí, Jerry Lee Lewis y Little Richard, mis favoritos entre los pianistas cantantes”, especifica Roslie. Chicos de familias trabajadoras, radicados en una blue collar city como Tacoma, se mantuvieron inmunes a cualquier influjo jazzístico.
La British Invasion no suavizó la agresividad de su propuesta (“registramos un par de temas de los Kinks, con quienes más nos identificábamos”). Pero, en los comienzos, sí logró que el enfoque mayoritariamente instrumental diera paso a los temas con letra. Sus mismos compañeros solicitaron a Roslie que compaginara las teclas con ejercer de frontman. “Lo curioso es que mis padres me convencieron para que aprendiera el acordeón de niño. Cuantos más años lo tocaba, menos me interesaban el instrumento y las polkas del profesor. Lo abandoné por el piano ante la irrupción del rock and roll”.
Al crowfunding se está recurriendo ahora para poder completar BOOM! A Film About The Sonics, el documental que elabora Jordan Albertsen desde que les acompañó en su gira europea de 2014. Un testimonio del cuento de hadas presente (“algunos amigos repiten: ‘qué tíos más afortunados sois”, y a mí aún me cuesta creerlo”) y de recuerdo a su flamígera etapa sixties: “De entonces solo se conservan las fotografías. Una vez estuvimos en un programa de televisión en Cleveland, Upbeat se llamaba. Pero la cosa no funcionó: tocamos ‘The Witch’ y, tras acercarse por un costado del plató, el director nos dijo: ‘¿Hace falta que seáis tan bárbaros?’”.
This Is The Sonics está editado por Revox. Gira de The Sonics: Gijón (8 de octubre), Pontevedra (9), Madrid (10), Benidorm (11), Barcelona (14) y Ricla, Zaragoza (15).
Jini Dellaccio, objetivo verdadero
El culto a The Sonics no habría alcanzado tal calibre sin las imágenes icónicas que de la banda inmortalizó Jini Dellaccio, pionera de la fotografía en el rock. Ella, que les doblaba en años, había sido saxofonista de jazz y fotógrafo de pasarelas, y llegó desde California al Pacific Northwest siguiendo los cambios de destino de su marido, dedicado a la enseñanza escolar de idiomas. A raíz de una exposición de sus fotos, se interesaron por sus servicios The Fabulous Wailers. Y ahí empezó una espiral de sesiones y portadas para cualquier grupo que se preciara en la escena.
Gerry Roslie lo rememora: "Vivía con su marido en la bahía de Gig Harbor, muy cerca de Tacoma, en una casa preciosa en lo alto de un acantilado. Y solía hacernos las fotos al aire libre, en los alrededores. En alguna de las sesiones el tiempo era realmente brumoso, lo que añadía un toque pelín siniestro que resultaba muy cool".
Dillaccio firma las fotos de cubierta en los tres largos de The Sonics en los sesenta: la célebre de estudio para el debut, la mil veces reproducida en chapas y camisetas de Boom (tratada por el diseñador gráfico Zane Baker) e incluso la del tercero, con el grupo alrededor de un pequeño estanque en el jardín de la artista. Dillaccio les hacía hasta trepar a árboles en sus abundantes fotos de exterior, nada de estatismo. Y, por supuesto, hechizada por la música, se adentraba cámara en mano en los conciertos para retratar a los músicos sobre el escenario. Fuera del llamado Northwest cool que ella creó, Dillacio trabajó luego con popes como Neil Young, The Who o los Stones. Y antes de su fallecimiento, pudo ver un documental sobre su vida y obra, Her Aim Is True (Karen Whitehead, 2013). "Hizo realmente un gran trabajo. Y disfrutaba mucho con él, siempre estaba sonriendo", concluye Roslie.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.