‘Gran Hermano’ y la madre que los parió
Sobresalió por su 'extra ordinaria' presencia, su insaciable afán de quitarse años y su ansia de protagonismo, una madre coraje pamplonica morena Farmatint ala de cuervo
Decía Cecil B. de Mille que, para que funcionaran, las películas había que empezarlas con un terremoto y después ir subiendo. Algo así han debido de pensar los cerebros de Gran Hermano 16 para despertar del letargo a su audiencia. Curadísimos de espanto como estaban hasta sus más incondicionales después de 15 ediciones de todos los pelajes, se imponía tirar la casa de Guadalix de la Sierra por la ventana. Y lo hicieron.
No con la espectacular parada de sus propios monstruos, con una Mercedes Milá convertida por fin en saltimbanqui de circo y no solo en acróbata del estrellato televisivo. No con el habitual ramillete de flores raras del reparto de este año. Ni siquiera con la boda sorpresa entre dos concursantes, celebrada a los cinco minutos de programa, sino con el chantaje emocional al que sometió la dirección del internado a los eufóricos pupilos desde el primer momento de encierro.
Esta vez, ni siquiera les dejaron romper el hielo con la habitual primera noche de sonrisas falsas, caras de encantados de conocerse y blablablá de barra de discoteca. No. Les obligaron a mentir, ocultar y manipular a sus compañeros desde que entraron por la puerta, los audímetros no están para florituras bizantinas. Así, hay madres e hijas que han de fingir no conocerse. Novios que no pueden mirarse siquiera para no levantar sospechas. Gente que sabe cosas que el resto no sabe que sabe o que no debiera saberlas. O sea, una oficina cualquiera.
Por lo demás, el plantel no es nada del otro lunes, martes o jueves, ya veremos qué noche acabamos viendo lo que empezó el otro día según los vaivenes de la parrilla. La habitual alta selección de mujeres de armas tomar y hombres de rompe y rasga, y viceversa. Ellos, como suelen, más recatados, prudentes y remilgados, tiempo habrá de que saquen los espolones.Ellas, como siempre, más empáticas, entusiastas y falsas, ya se retratarán ellas solas.
Entre todos, y todas, sobresalió por su extra ordinaria presencia, su insaciable afán de quitarse años y su desmesurada ansia de protagonismo, una madre coraje pamplonica morena Farmatint ala de cuervo que amenaza con convertirse en la jefa del cotarro a poquito que la deje el resto del gallinero, su polluela la primera. Desde plató, la mandamás de todo el tinglado, Mercedes Milá, “yaya” de toda la concurrencia según se autodenominó en antena, pregonaba con su cresta alba que ha decidido que se tiña Ylenia, en honor de una de las clásicas de la casa, y dejarse las orgullosas canas al aire. No seré yo quien les afee la conducta ni a Maite ni a Mercedes. No sobran elogios a la mujer madura. Un respeto a las ídem.
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