‘FFS’, unión de seres dispares
El álbum combina a la perfección la pulsión nerviosa del pop de Franz Ferdinand con la pasión por la ópera glam de Sparks
Existen dos tipos de grupos de pop: los que, llegado un punto, solo son capaces de sonar como ellos mismos y los que, en un momento de sus carreras, solo son capaces de sonar como todo lo demás. Al combo escocés de revival pospunk Franz Ferdinand y al mítico dúo norteamericano Sparks hace ya años que les pasa lo primero. A los de Alex Kapranos, porque arrancaron cuando el pop llevaba medio siglo en marcha y la posibilidad de encontrar un espacio libre donde aparcar era ya harto complicada. Lo encontraron, pero desde entonces viven acongojados con la idea de que vuelvan Talking Heads o Roxy Music a reclamar el espacio como suyo. A los segundos, porque habían creado algo tan personal que la tentación de convertirse en actores interpretando el papel de ellos mismos era demasiado sugerente como para ser descartada.
A pesar de todo esto, sería injusto calificar esta unión como otros Traveling Wilburys o como una versión pop de la película Viven, en la que dos bandas se pegan mordiscos la una a la otra, hartas ya del sabor de sus propios brazos. FFS es un éxito porque combina a la perfección la pulsión nerviosa del pop de los escoceses con la pasión por la ópera glam con la que los hermanos Mael se han convertido en ese grupo que pones a las visitas seguro de que lo primero que dirán es: “Y estos tíos, ¿por qué no vendieron millones de discos?”. Todo suena exactamente como debe, pero jamás como cabría esperar, en el sentido de que todo es lógico, pero nada es previsible. Igual el futuro ya no es mezclar estilos imposibles, sino juntar seres dispares.
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