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Obey, D*Face y las plantillas

Muchos le niegan la condición de arte y los propios artistas rechazan el adjetivo 'urbano'. El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga le dedica una exposición

Vista del trabajo de D*Face.
Vista del trabajo de D*Face.J. L. Gutiérrez

Muchos le niegan la condición de arte y los propios artistas rechazan el adjetivo urbano. Evitaré la expresión arte urbano, yendo directamente al trabajo de Shepard Fairey, Obey (Charleston, 1970), y Dean Stockton, D*Face (Londres, 1978). Ambos parten de figuras enigmáticas: André el Gigante (Fairey) y un esquemático perro, D*Dog (D*Face). Estilizadas, ambas figuras pasan fácilmente a plantillas útiles para el estarcido o la estampación y así su reproducción se multiplica. Estos autores no rechazan el grafiti, del que partieron y aún cultivan, pero su trabajo alcanza mayor difusión. El estarcido aumenta la frecuencia de las imágenes, la estampación (carteles, pegatinas) las acerca a la publicidad, y la inclusión en monopatines, camisetas o gorras las hace andar. El grafiti fija lugares de/en la ciudad, pero estas imágenes la inundan, y con la Red, la desbordan.

El éxito de Fairey quizá se relacione con la gratuidad de su obra. Lleva a un duro primer plano el rostro de un luchador popularizado por la televisión y le añade una frase absurda (André el gigante tiene una pandilla) y una palabra equívoca, obey: ¿su firma, invención de un mito o burla de cuanto los mayores solicitan, el Estado exige y la publicidad recomienda? Más tarde reducirá rostro y texto a un logotipo que incluye en los carteles de sus héroes (Angela Davis, Basquiat) y sus villanos (Nixon, Reagan). Fairey es hoy un diseñador gráfico de éxito y un experto en la historia del cartel, pero como artista urbano logra su reconocimiento con Hope, el afiche diseñado por su cuenta en apoyo de Barack Obama: consigue una imagen política eficaz sin contradecir su voluntad de una comunicación libre de mercados y partidismos. No es casual que su trabajo insista ahora en la defensa del medio ambiente y las libertades civiles.

El camino de D*Face es diferente. Sus figuras pop buscan combatir esa misma dirección artística: coloca cadáveres vivientes entre las sensuales chicas de Lichtenstein y deforma (esto es, deface) el rostro de la Marilyn de Warhol, descarnándolo y añadiéndole las orejas de D*Dog. Al icono de Isabel de Inglaterra le añade además la lengua del perro pero también, (ir)respetuoso, un lema: Dog save the Queen.

Shepard Fairey, Your Eyes Here. D*Face, Wasted Youth. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. Hasta el 27 de septiembre.

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