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Inmortales otra vez

Nuevas ediciones devuelven al escaparate a autores como Wharton, Melville, Scott o Shakespeare

Edtih Wharton vista por Sciammerella.
Edtih Wharton vista por Sciammerella.

La calma del verano es ideal para la lectura y los clásicos una apuesta segura; no en vano han conseguido llegar hasta nosotros a través del tiempo. De entre lo último aparecido hay varios títulos que merecen sin duda alguna nuestra atención.

Empezamos con dos novelas cortas que son dos piéces de resistance. Edith Wharton nos ofrece en Madame de Treymes (Impedimenta) el reencuentro amoroso entre un acaudalado americano y una compatriota casada con un aristócrata francés, un tarambana que ha aceptado divorciarse de ella, lo que abre la puerta al amor de la pareja. Es un pulso entre la ingenuidad natural y la malicia que recuerda a Henry James, con un desenlace dramático admirablemente resuelto. Y de inocencia va también una emocionante obra maestra de Herman Melville: Billy Budd (Alba) es un joven bueno y sencillo, reclutado a la fuerza por un buque de la Marina británica, donde enfrenta la dureza de la vida del mar con su noble carácter hasta que la animadversión del maestro de armas desata una trágica violencia. La edición es, además, una belleza.

Anthony Trollope, considerado el más importante novelista victoriano tras Dickens, está relativamente poco editado en España. Es más moralista y tradicional que su coetáneo, pero su finura de análisis de caracteres y sus tramas llevadas con mano maestra compensan sobradamente su mirada, moralista, pero siempre perspicaz. La señorita Mackenzie (dEpoca) es la entretenidísima historia de una de las solteronas más sugestivas que ha dado la época, a la que un inesperado enriquecimiento le permite desarrollar su personalidad dormida, rodeada de intrigantes, de una sociedad hipócrita y de alguna que otra alma decente. Un retrato de mujer que la finura de Trollope borda.

Hay que celebrar la aparición del tomo 3 (Dramas históricos, Espasa) que cierra la publicación de su Teatro Completo (Tragedias, Comedias y tragicomedias, Dramas históricos), en versiones de Ángel Luis Pujalte y sus colaboradores. ¿Qué añadir sobre Shakespeare? En este caso, sólo que una magnífica edición hace que sea una ocasión propicia para instalar definitivamente al cisne de Avon en la biblioteca de casa e ir disfrutándolo o releyéndolo con la parsimonia debida.

Y para cerrar, una perla. El anticuario, de Walter Scott (Alba), una de sus grandes novelas, poco y mal traducida en España, que por fin podemos disfrutar con todas las garantías de texto completo y una muy trabajada traducción, lo que la convierte en una verdadera novedad. Scott, que pertenece a la rama histórica (y nacionalista) del romanticismo, fuerza aquí el concepto de lo romántico y, como sucediera en Guy Mannering, entra en un terreno más doméstico que histórico, siempre dentro de lo que es un fresco social de la época cargado de personajes, todos ellos fascinantes. En la historia se suceden toda clase de elementos propios del mejor libro de intriga y aventuras: hay amores contrariados o desesperanzados, mareas y acantilados, duelos, tesoros ocultos, mansiones fantasmales, ruinas, matrimonio prohibido, paisajes espectaculares, secretos…, en fin, romanticismo desatado en el que no falta el humor bajo la lúcida batuta del genio escocés. Puede leerse acompañado de una copa del excelente scotch que se corresponde con el título, The Antiquary.

Madame de Treymes. Edith Wharton. Traducción y prefacio de Lale González-Cotta. Impedimenta. Madrid, 2015. 128 páginas. 16,95 euros.

Billy Budd, marinero. Herman Melville. Traducción de Miguel Temprano García. Alba. Barcelona,, 2015. 152 páginas. 16 euros.

Dramas históricos. Teatro completo de William Shakespeare III. Traducciones de Ángel-Luis Pujante, Alfredo Michel y Salvador Oliva. Espasa. Barcelona, 2015. 1016 páginas. 39,90 euros.

El anticuario. Walter Scott. Traducción de Francisco González, Arturo Peral y Laura Salas. Alba. Barcelona, 2015. 488 páginas. 28 euros.

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