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ARTE / ENTREVISTA

Sean Kelly: “El arte cubano tiene una gran oportunidad”

Su galería neoyorquina es una de las más potentes en un mercado, el del arte en Estados Unidos, que mueve más dinero que Hollywood

Sean Kelly en el estudio de Los Carpinterios en La Habana.
Sean Kelly en el estudio de Los Carpinterios en La Habana.Edu Bayer

La lista de artistas que maneja la galería de Sean Kelly en Nueva York es larga y de solidez apabullante. Junto a figuras como Marina Abramovic o el pionero del arte conceptual Joseph Kosuth, su catálogo incluye a creadores de vanguardia como el grupo Los Carpinteros —integrado por los cubanos Marco Castillo y Dagoberto Rodríguez—, el fotógrafo alemán Frank Thiel o el retratista afroamericano Kehinde Wiley. Kelly viajó a Cuba por primera vez hace ocho años. Desde entonces, asegura, ha notado “muchos cambios”. Cambios en lo que el Estado antes no permitía y “ahora deja hacer”, cambios en las relaciones Cuba-EE UU, para bien, y, sobretodo, “cambios en la mentalidad de la gente”. Kelly participó en la reciente Bienal de La Habana —clausurada el 22 de junio—, a la que asistieron más de mil galeristas, directores de museos y coleccionistas norteamericanos.. “Estados Unidos tenía con Cuba el síndrome de la pierna amputada. A los norteamericanos les habían cortado una pierna, pero la seguían sintiendo. Por eso la fascinación que estamos viendo ahora”.

Gracias al restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, cree Kelly, “el arte cubano tiene ahora una gran oportunidad”. “Si las cosas se mueven políticamente entre Washington y La Habana, más gente va a venir, más gente va a ver y más gente va a apoyar el trabajo de los artistas cubanos”. Dice este galerista, de origen irlandés, que la actual es la tercera generación de artistas conceptuales en Cuba. Si demasiados de la primera se marcharon para no regresar, la segunda fue la de Los Carpinteros, Carlos Garaicoa, Alexander Arrechea o Glenda León, creadores de gran talento que pudieron viajar, establecerse fuera y estar en contacto con el mundo, alcanzando un alto reconocimiento internacional. “Ellos ya tienen su lugar, pero a los más jóvenes se les abren ahora nuevas posibilidades; no solo van a recibir en Cuba a los directores de museos y galeristas norteamericanos, también podrán llevar afuera su obra y ser escuchados”.

Gracias al restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, cree Kelly, “el arte cubano tiene ahora una gran oportunidad”

Kelly considera que en estos momentos el arte cubano juega con ventaja. “En Cuba, como en China, existen muy buenas escuelas de arte. Los creadores tienen gran formación técnica, dominan a la perfección el dibujo, la pintura, la fotografía, y eso hace de la isla una increíble reserva de artistas —no solo plásticos, también músicos, cineastas, bailarines…”—.

Kelly abre grande los ojos: “¡Pues resulta que Cuba tiene a 90 millas un vecino que es el motor más grande del arte a nivel mundial, y con el mayor mercado del mundo!”.

El galerista es de la opinión que los cambios “necesariamente” van a ser lentos, pues “todos los Gobiernos son burocráticos” y actúan con cautela a la hora de implementar los cambios. “Obama y Raúl hablan a nivel macro, muy alto, de grandes asuntos, de diferencias, de ideas. Pero eso hay que llevarlo a nivel micro, y ahí se empiezan a complicar las cosas”. Kelly parte de la convicción de que el arte puede jugar un papel fundamental en esta distensión, pues “es una industria poderosa que tiene el poder de cambiar el estado de las cosas”. Pone como ejemplo lo sucedido con el Guggenheim en Bilbao, un museo que ha revitalizado una ciudad, y menciona un dato que dio durante una reciente charla en Hollywood: el mercado del arte movió el año pasado 20 veces más dinero en EE UU que las 10 películas más importantes de la industria cinematográfica. Y el mundo de la plástica, afirma, “tiene una ventaja” a diferencia de otras grandes industrias culturales (el cine, la música, la literatura), que “han perdido el control” de sus recursos debido a la revolución digital y el pirateo —“ahora vas a París o Afganistán y encuentras la última película o el último disco a un euro”—. El arte, en cambio, sigue siendo “un mundo analógico, y quien quiere una obra tiene que ir hasta el artista”.

Artistas como Los Carpinteros aún no han roto la barrera de los 100.000 euros, y ya debieran haberla roto. Mientras, otra gente con poco nivel vende caro”

Kelly ve la apertura de embajadas entre Washington y La Habana como “una puerta que se abre”, y considera que lo sucedido, para la isla, es equiparable “a la caída del muro de Berlín”. “Cuba debe aprovechar esta oportunidad y fomentar decididamente un gran diálogo cultural”, tanto dentro del país como con EE UU y el resto del mundo. Él, dice, quisiera hacer una fundación con el objetivo de traer a Cuba a los mejores artistas, “no con fines comerciales, sino para contribuir a ese diálogo”. Sobre la tendencia del arte contemporáneo a convertirse en simples buenas ocurrencias, confiesa que le hubiera gustado ver en la pasada Bienal “mejor arte”. “Una buena idea no es suficiente, tiene que tener además la forma correcta”. Pone de ejemplo a Los Carpinteros, “artistas muy sólidos”. “Me gustaría ver una nueva generación de plásticos con su nivel… Pero ellos llegaron donde llegaron porque no se quedaron en Cuba, pudieron salir, vieron lo que se hacía en el mundo”. Ahora, cree, los artistas cubanos podrán estar en contacto con el mejor arte internacional, y esto creará “mejores bienales, mejores artistas, mejores pensamientos”.

¿El arte cubano está sobrevalorado en estos momentos? La pregunta viene a cuento por lo sucedido durante la Bienal, con cientos de coleccionistas comprando piezas a los artistas cubanos en sus talleres con verdadera fiebre. “¿Sobrevalorado? Depende. Artistas como Los Carpinteros aún no han roto la barrera de los 100.000 euros, y ya debieran haberla roto. Mientras, otra gente con poco nivel vende caro”. Los artistas de Kelly son un buen reflejo del momento tan especial que atraviesa Cuba. Los Carpinteros, afincados en Madrid, acaban de inaugurar un estudio en La Habana. El retratista afroamericano Kehinde Wiley y el fotógrafo Frank Thiel han viajado a la isla para realizar proyectos. Y Joseph Kosuth fue distinguido en la Bienal con un doctorado por sus aportes al arte conceptual. Otro hecho significativo es que Kelly, que hasta ahora había tenido que viajar a Cuba a través de un tercer país, esta vez lo hizo en un vuelo directo La Habana-Nueva York.

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