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Bandas de Berlín

'Hermanos de sangre' se sostiene como texto testimonial con un leve barniz ficcional. Posee la fuerza de la información

La novela europea se está degradando en décadas de un modo tan inadvertido como alarmante. Lo que las editoriales hoy venden como novela tiene poco que ver con el arte de la creación psicológica de personajes o la invención de mundos vivificados por mil detalles captados con precisión y estilo. De ahí que el subtítulo de este libro (Una novela berlinesa) sólo se puede entender como un engaño de etiqueta. Hermanos de sangre es un reportaje de un trabajador social berlinés que documentó la terrible vida de las bandas juveniles en los años treinta. El autor escribe con un estilo expeditivo, pero tosco (que la traducción de Fernando Aramburu ha mejorado), y la elaboración pedestre de su único libro no aguanta comparación con una novela cualquiera de la época y menos con monumentos como Juventud sin dios, de Ödön von Horvath, o Berlín Alexanderplatz, de Döblin.

Pero hay que admitir que al libro esa comparación no le hace falta. Hermanos de sangre se sostiene como texto testimonial con un leve barniz ficcional. Posee la fuerza de la información de primera mano. Contiene dureza y violencia, miseria y angustia. Haffner conocía las mugrientas naves caldeadas, los bares nocturnos donde niños se prostituían en los lavabos, las celdas de la cárcel juvenil. Y estas tristes historias, contadas desde la perspectiva de unos chicos luchando por sobrevivir, en la puta calle, hablan por sí solas.

Hermanos de sangre. Ernst Haffner. Traducción de Fernando Aramburu. Seix Barral. Barcelona, 2015. 243 páginas. 18,50 euros.

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