Pasado y presente otomano
La historia del Imperio otomano revisteun interés para la Turquía de hoy, y también para el conocero la Primera Guerra Mundial
Mustafá Kemal hizo cuanto estuvo en su mano para aplastar cuanto representaba el pasado otomano, que encarnaba el atraso histórico de Turquía. Pero las brasas seguían encendidas, gracias a la religión, y hoy el presidente Erdogan derriba paso a paso el legado kemalista, reivindicando la grandeza del Imperio osmanlí, hasta en los ridículos uniformes coloreados de los jenízaros con quienes conmemora la conquista de Constantinopla. Un mes antes, para tapar el exterminio armenio, una gran ceremonia recuerda la victoria defensiva de 1915 en Gallipoli. Su artífice, Atatürk, es en ella olvidado.
La historia del Imperio otomano reviste así un interés primordial para la Turquía de hoy, y también para el conocimiento de la Primera Guerra Mundial, de la que forma habitual y erróneamente un episodio secundario. El magnífico libro de Eugene Rogan, profesor en Oxford, permite responder a ambas cuestiones, ya que si el extenso relato se centra en la guerra, en el curso de las acciones bélicas va poniéndose al descubierto la estructura militar y política del Imperio agonizante. Agonizante, pero con capacidad para recobrar fuerzas después del desastre en las guerras balcánicas, hasta ganar batallas defensivas, como la de Gallipoli, que alteran el curso de la gran guerra.
Una extensa introducción permite entender el juego de fuerzas, de impulsos de renovación y de contradicciones, que llevan desde la caída del “sultán sanguinario”, Abdulhamid, hoy rehabilitado por el neo-otomanismo vigente, hasta que los Jóvenes Turcos lanzan el país a la guerra, con un protagonista omnipresente, el audaz e insensato Enver Bey. De los efectos de la derrota balcánica a los prolegómenos del genocidio armenio, las piezas claves del tablero son analizadas en profundidad. En principio, el lector especializado conoce la marcha de los acontecimientos, solo que Rogan introduce siempre datos y matices que contribuyen a una mayor comprensión. Así la constante atención a los aspectos de técnica militar y de condicionamientos logísticos.
Como sucede habitualmente con la historiografía británica, el relato es brillante y permite soportar la cadena de definiciones estratégicas, batallas, marchas y tragedias humanas. Un recurso enriquecedor consiste en fundir la narración central con episodios extraídos de memorias y peripecias personales. El lector se siente así introducido en el curso de los acontecimientos. Único riesgo: no siempre el narrador invitado ofrece la misma seguridad en la visión de los hechos que el historiador. Última observación: en las grandes batallas hubiese sido útil introducir mapas explicativos. Estamos, en todo caso, ante un gran libro.
La caída de los otomanos. Eugen Rogan. Traducción de T.Fernández y B.Eguibar. Crítica. Barcelona, 2015. 784 páginas, 28,90 euros.
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