‘Black-ish’ o cómo reírse de la raza
Neox emite la comedia estadounidense, centrada en una familia negra
Hay que hacer un esfuerzo para recordar cuándo fue la última vez que una sitcom protagonizada por negros tuvo éxito. En Estados Unidos, hay que remontarse a The Bernie Mac Show (2001). Y si se habla de éxito internacional, hay que ir hasta La hora de Bill Cosby o El príncipe de Bel Air. “Y hablamos de otra cosa, porque La hora de Bill Cosby parecía un cuento de hadas. Black-ish es algo inspiracional”, dice Kenya Barris, creador de esta comedia que Neox emite en España los domingos (22.30). “Es una fuente de inspiración con la que te puedes identificar”, añade Tracee Ellis Ross, una de sus intérpretes.
Resulta simplón pensar que el hecho de ser negros facilite esta identificación. Tanto como decir que sólo los blancos se ven reflejados en series de blancos o los hispanos en las de hispanos. Supone un prejuicio contra el que esta comedia quiere luchar. “Para empezar, esta no es una serie de negros. Es una serie centrada en una familia que es negra. Negra no como raza, sino como cultura”, tercia Larry Wilmore, quien, junto a Anthony Anderson, dio forma a la serie. “Black-ish habla de algo con lo que cualquier etnia se identifica, de esa diferencia generacional donde los más jóvenes se van asimilando a la cultura imperante, perdiendo sus propias tradiciones”, agrega.
“Queremos generar diálogo”, asegura uno de los creadores de la ficción
Black-ish no pudo llegar a las pantallas estadounidenses en mejor momento, en un año en el que la segregación racial no escrita de la televisión generalista parece haber llegado a su fin con dramas como Scandal o Cómo defender a un asesino, protagonizados por Kerry Washington y Viola Davis, respectivamente, o con el triunfo de Empire, un culebrón de reparto plural y negro.
El germen de la serie lo puso el hijo de 12 años de Anderson cuando le confesó a su padre que no se sentía negro y quería tener un bar mitzvah, rito religioso judío que se asemeja en sus oropeles a lo que significa hacer la comunión para los católicos. “Las nuevas generaciones no entienden estas diferencias raciales, no ven colores”, recuerda aliviado Laurence Fishburne, miembro del reparto, además de uno de los productores ejecutivos. La “ceguera racial”, como la llama, también da pie a numerosas anécdotas familiares entre aquellos que no quieren olvidar sus orígenes. “Y con esto se puede identificar cualquier etnia, cualquier cultura”, recalca Wilmore. Ese es el deseo de Black-ish. “Vivimos en una sociedad post-Obama, el primer presidente blackish en una cultura de miley cyruses y justin biebers”, describe con humor Barris la sociedad de la que nace esta serie.
Fishburne, conocido por su trabajo en Matrix, ha hecho acción y drama, cine y televisión. Pero hasta ahora la comedia se había hecho esperar en su carrera. “Es más duro, porque no tengo experiencia”, comenta sobre su papel: el más veterano del clan familiar. Como el equipo creativo insiste en recordar, el humor de esta serie es real. “En la actualidad, las comedias no van de mucho. Tienen miedo a ofender. Nosotros queremos generar diálogo”, apunta Wilmore.
Un diálogo que también tiene tintes socioeconómicos, ya que para todos los implicados, en Black-ish más que una crítica racial existe una crítica económica. De nuevo, Wilmore ofrece el mejor ejemplo: “Si al montarte en un avión ves que los asientos de primera están llenos de pasajeros blancos piensas que el avión está muy lleno. Si ves que la primera está llena de negros te preguntas si los Lakers al completo van en tu avión”.
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