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Un contexto para Céline antisemita

'Sigmaringen' es una novela histórica a la vez que una novela psicológica. Y, por encima de todo, un homenaje a su antepasado Marcel Assouline

Conocido en España sobre todo por su soberbia biografía del editor de Proust, Gaston Gallimard. Medio siglo de edición en Francia (Península, 2003), Assouline no se quita de encima su traje de periodista cuando se pone el de novelista en Sigmaringen. Tal vez no sea necesario. Puede escribir con dos trajes puestos. Con el de cronista maneja con pericia sus múltiples fuentes, de la película La règle du jeu, de Renoir, a la novela Los restos del día, de Ishiguro, de un puñado de buenos libros sobre Céline y su refugio en la Alemania nazi a ensayos de Klemperer, Lottman o Tournier acerca de la historia de Francia bajo la ocupación y el colaboracionismo. Sigmaringen es la crónica novelada de cómo una colonia de franceses aguardó en el castillo familiar de los príncipes de Hohenzollern, Sigmaringen, cedido por Hitler al Gobierno de Vichy, el ominoso final de la guerra y de su sumamente dudoso honor. Con el traje de novelista elige como narrador al mayordomo de la familia, Julius Stein, inspirado en uno de los criados más famosos de la literatura al margen de la novela negra, Stevens, el responsable de Darlington Hall en Los restos del día, de Ishiguro, y le insufla a la novela un buen ritmo, concediéndole además la virtud de hilvanar diálogos verdaderamente estimulantes porque su trabajo de documentación avala la verosimilitud de las conversaciones.

Sigmaringen es una novela histórica a la vez que una novela psicológica. Y, por encima de todo, un homenaje a su antepasado Marcel Assouline, que debió de vivir esos años finales de la Segunda Guerra Mundial en los que Alemania se repliega y la Francia del mariscal Pétain retrocede con ella, y un contexto para el Céline idealista refugiado en el castillo de los Hohenzollern en 1944, el Céline que escribió De un castillo a otro (1957), la cínica y torrencial novela en que relata el verdadero fin de su noche colaboracionista, la retirada alemana de París y el confinamiento esperpéntico en la fortaleza de Sigmaringen, entre oficiales nazis, artistas del hambre y muchos franceses abatidos por la conciencia de haber querido ser jubilosos salvadores de la patria, y haberse convertido de repente en traidores, en malos de guiñol, novela que, en lugar del planctus por lo que pudo haber sido y no fue, escogió la sátira, el esperpento de 2.000 personas desnortadas y hacinadas en un castillo laberíntico, la metáfora de una ratonera histórica y del fracaso titiritesco de otro sueño de grandeza imperial, nuevamente explicado por Assouline de la mano de un mayordomo melómano que escruta el ambiente como un detective de almas en pena.

Sigmaringen. Pierre Assouline. Traducción de Manuel Serrat Crespo. Navona. Barcelona, 2014. 311 páginas. 18,50 euros.

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