Noel Gallagher en la misma camisa
Del antes líder de Oasis, uno de los personajes más inteligentes que ha dado el rock, se espera más que lo que muestra su segundo álbum en solitario: temas obvios pero sabrosos
Un hombre debe tener siempre en el armario, al menos, una camisa blanca. Pero un hombre que siempre sale de casa luciendo una camisa blanca expresa con ello que no ha entendido nada. Noel Gallagher, el hombre que durante su periodo liderando Oasis escribió algunos de los temas que son la camisa blanca de los años noventa —el modelo se parecía mucho a la de los sesenta—, sigue planchando la misma prenda, luciéndola con casi imperceptibles variaciones. Pero luciéndola, al fin y al cabo. Y eso que tiene el armario lleno de prendas distintas, aunque sigue sin tener valor para vestirlas.
Tiene el gusto, el conocimiento e incluso un disco experimental grabado junto a Amorphous Androgynous —nombre bajo el que operan Future Sound of London, epígonos de la electrónica noventera mutados en combo psicodélico experimental— que no se ha atrevido a editar, ya sea por pudor o, simplemente, porque no le da la gana tener que responder a preguntas para las que no tiene una frase recurrente que opere como respuesta.
En su segundo disco en solitario vuelve, pues, a salir a la calle con esa camisa. Y tampoco es que haya nada malo en ello, pues no tiene mucho sentido pedirle a los músicos lo que no le pedimos a otros artistas: que se reinventen en cada creación, que definan los parámetros de lo que es hoy y marquen la hoja de ruta que utilizaremos para llegar a mañana. Pero sí provoca cierta desazón, pues Gallagher es, posiblemente, el personaje más inteligente que ha dado el rock en más de dos décadas. No hay nadie que se le compare en lo que a dar titulares se refiere. Nadie posee su sentido del humor, ni su mala uva. Nadie declararía que ha mandado a su hija a un concierto de Ed Sheeram con una lista de gente a la que debe insultar. Nadie responde cuando le preguntan en una entrevista por Facebook si va a dar su disco gratis, que se está planteando venderlo más caro de lo normal. Todos esperamos que un tipo así nos dé algo más que esto, un disco que hace que los jóvenes se sientan viejos y los viejos concluyan que incluso cuando eran jóvenes parecían viejos. Y tampoco es que este, su segundo largo en solitario, sea un fiasco. Tiene canciones, y prácticamente todas pertenecen a esa categoría en la que se asientan los clásicos modernos: el tema obvio, pero sabroso, que parece increíble que nadie haya escrito antes. Así, Chasing Yesterday es, otra vez, la constatación de que a este señor de 47 años aún le faltan unos cuantos para llegar al punto en el que se encuentra hoy uno de sus héroes, Paul Weller, quien es capaz de tensar su idiosincrasia disco a disco, regurgitando algo que es nuevo, pero que también es solo él.
Aquí, Noel arranca con 'Riverman', con una secuencia de acordes sobre la que no cuesta nada cantar 'Wonderwall' (1995) y la enésima referencia a los Beatles en un par de rimas. Se descuelga con dos temas que suenan a 'Definitely Maybe' (1994), como el brillante 'Lock all Doors'. Rememora la época en que podía colaborar con Chemical Brothers sin que eso significara cuestionarse nada en la notable 'Ballad of the Mighty I' (la guitarra la pone aquí Johnny Marr, de The Smiths), e incluso se permite la licencia de reinterpretar una canción de su álbum psicodélico experimental perdido, The Right Stuff. No es lo mejor del álbum, pero sí es el único momento en que Gallagher osa informar a sus fans de que un día, esperemos que no muy lejano, los obligará a replantearse por qué le aman.
Noel Gallagher’s High Flying Birds. Chasing Yesterday. PIAS
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