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México, capital París

Roberto Wong habla en su primera novela del trágico papel del azar y del delirio por desertar de la realidad

Un mago actúa en el metro de México DF.
Un mago actúa en el metro de México DF. Edgar Garrido

París D. F., del mexicano Roberto Wong (Tamaulipas, 1982), se alzó con el I Premio Dos Passos, concebido para distinguir una primera novela y, por tanto, destacar un nuevo autor. La iniciativa ha resultado, en su comienzo, muy bien representada. Un autor en la treintena y una novela decididamente literaria, con protagonista que alguna vez aspiró a ser poeta y viajar a París, que debe resignarse a trabajar en una farmacia. La vida de Arturo, en efecto, carece de alicientes (“Tampoco había publicado nada, ni siquiera vivido fuera de D. F.”) hasta que, en un atraco a la farmacia, la policía abate al delincuente con un disparo que podría haberle alcanzado a él. La conciencia de una súbita desaparición, que en Arturo se añade al arraigado deseo de querer ser otro, pone en marcha, a partir de esa experiencia, un mecanismo de delirio que le permita desertar de la realidad. Para ello superpone el plano de las calles de París a la ciudad de México, en un intento de recorrerlas imaginariamente, aliviando así la insustancialidad de su vida. El procedimiento se asemeja, se podría decir, a insertar la belleza y sonoridad de unos versos que transfiguren lo “ennegrecido cotidiano”.

Roberto Wong ha llevado más lejos esa forma de impugnación de lo real. Con la superposición de planos, París sobre D. F., genera un espacio que es un ideal de civilización. Pero también un deseo de reinventar la ciudad, de reconocerla sin poderla identificar, que aboca a su personaje a transitar sus calles superponiendo su propio delirio. La novela refleja esa mezcolanza y se configura como una fusión, que finalmente resultará nefasta, entre deseo y realidad, y que acabará por extraviar a Arturo en la violencia, sin otra salida que “contribuir a los aullidos de la noche”.

Cabe suponer que hay mucho del autor en ese Arturo que anhela no dejar de herencia los traumas y las deudas de una vida común. Y su apelación desesperada a que una ciudad tiene que morir para que nazca otra, tiene todas las trazas de la metamorfosis que propicia la redención por la literatura. En todo caso, en esta novela la casualidad hostil, la mala suerte, la exacerbada crueldad, el dolor de la ciudad a la que se pertenece son adversidades expresadas con una continuidad tan desgraciada que mimetizan en el lector el afán de imaginar la vida en otra parte.

París D. F.  Roberto Wong. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2015. 200 páginas. 16,50 euros.

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