“En ‘MasterChef’ aprendí que la cocina es un trabajo muy sufrido”
El ganador del concurso gastronómico asegura que tiene pendiente cocinar "un buen arroz"
De ayudar a su madre a preparar galletas y tartas a sorprender al chef Jordi Cruz con su pericia con el soplete para ahumar una sardina. Con Manuel, ganador de la segunda edición de MasterChef Junior, no pudieron ni los 5.000 aspirantes a hacerse con el título, ni el reloj que le pisaba los talones en cada plato que tuvo que cocinar en el programa, ni siquiera los nervios de la final del concurso, emitida este martes por TVE. Valenciano de 11 años, asegura que la experiencia le ha servido para aprender que la cocina es un oficio "muy sufrido y sacrificado".
Un día después de su victoria, Manuel todavía no se ha desprendido de su chaquetilla blanca, con su nombre bordado en la pechera. Fue el primero de los cuatro niños que llegaron a la final —junto con Martina, Aina y Teresa— en hacerse con ella y pasar al duelo decisivo gracias a un tartar de atún, su receta favorita, como ha explicado este miércoles en un encuentro con la prensa. "Me atrevo con todo. Aunque tengo pendiente conseguir un buen arroz que me salga bien. Le tengo mucho respeto, es muy difícil pillarle el punto".
La idea de utilizar el soplete la aprendió en el programa. "Lo vi en una clase de cocina peruana que tuvimos y pensé 'qué chulo". En la final, se empeñó con un menú que sorprendió al jurado, compuesto por Pepe Rodríguez, Jordi Cruz y Samantha Vallejo-Nájera, por lo complejo de su elaboración. "Sabía que Martina [su rival] iba a hacer un menú muy bueno, así que decidí complicarme". La sardina ahumada integrada en una tosta con queso, mermelada de tomate y paté de oliva, un plato de all i pebre y un canelón de calabaza relleno de chocolate blanco y avellana le hicieron ganador. El plato principal y el postre los había visto cocinar a su "yaya" los sábados.
"Vengo de una familia que es muy de cocinar. Y mi madre lo hace muy bien", explica. Con ella empezó por lo más fácil, ayudando a batir huevos y haciendo las veces de pinche repostero. De sus padres —que estuvieron en la final junto con su hermano Carlos, de ocho años— heredó, además del gusto por la cocina, la afición por la música de los ochenta. "Me gustan mucho Mecano y Alaska".
Manuel había intentado presentarse a la primera edición de MasterChef Junior, pero su familia le pidió que esperara. En esta segunda ocasión no hubo quien le parara los pies. Durante los seis programas que ha durado el concurso, destacó por su creatividad a la hora de idear los platos. "Si le pones sentido a tu imaginación, tú puedes ser un crack", llegó a decirle Jordi Cruz. Él, sin embargo, ni siquiera se había planteado que podría estar en la final. "Desde el principio tenía muy claro que iban a llegar Víctor y Aina".
De vuelta a casa, ahora se pone ante los fogones solo los fines de semana, "porque entre semana con las clases es un rollo". Todavía no ha tenido tiempo de saber lo que opinan sus compañeros de clase —cursa sexto de Primaria— sobre su victoria. "Cuando gané me preguntaba lo que pensarían de tener un amigo famoso. Ahora sí me siento como una estrella", dice con una sonrisa y un vaso de leche entre las manos.
De la experiencia en MasterChef dice que se lleva "lo que he aprendido de cocina, los jueces y los amigos que he hecho". Con sus compañeros de programa, 16 aspirantes entre 8 y 12 años, asegura que "todas las tardes petamos el grupo de WhatsApp". Trofeo en mano, confiesa que antes de entrar al concurso su sueño era ser arquitecto, pero ahora no lo tiene tan claro. Quiere seguir con su formación en la cocina y ya busca un buen curso para hacer este verano, cuando terminen las clases. Y de los 12.000 euros del premio tiene claro que una parte va a ser para ayudar a sus padres a reformar la cocina. "Que en mi casa también quiero cocinar a gusto", dice entre risas.
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