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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Livin’ media vida Lohan

Ver en 'Lindsay: una nueva oportunidad' los subidones y bajones de la actriz, sus evasiones de la realidad, sus lágrimas y sus caladas no requiere ningún esfuerzo de adaptación. Creérselo, aún menos

Tom C. Avendaño

A lo largo de Lindsay: una nueva oportunidad, el reality que CosmopolitanTV estrenó ayer y que protagoniza la actriz más turbulenta de la década pasada, se ve a Lindsay Lohan arruinar un rodaje a golpe de pataleta, acosada por los paparazis, llorar a moco tendido al declararse esclava de múltiples adicciones y anunciar que todo va a cambiar. En fin, hace todo lo que se espera que haga Lindsay Lohan desde que pasó de joven promesa a talento diluido en estupefacientes. Sus rasgos están tan delimitados que se ha convertido prácticamente en un arquetipo. Es de esas actrices que han devenido en personaje.

Así que ver sus subidones y bajones, sus evasiones de la realidad, sus lágrimas y sus caladas no requiere ningún esfuerzo de adaptación. Creérselo, aún menos. Es más, habrá a quien le dé grima la intensidad con la que Lohan vive cada escena, devorando caramelos a puñados, reclamando cigarrillos y perorando sobre el infierno lisérgico y mediático en el que lleva viviendo seis años. No es uno de esos realities plastificados con glamour en el que en cualquier momento puede aparecer una Kardashian.

Pero allí donde la serie es generosa en detalles, es tacaña en trama. El argumento nos pide que nos creamos que Lohan busca reformarse definitivamente. Esto es genial porque permite repasar los titulares más polémicos de la vida de Lohan, que es lo más parecido a una carrera que haya tenido últimamente. Pero esa historia ya se la ha contado a cientos de periodistas y jueces. Y el final no cambia. Siempre hay un traspiés antes de la redención. Esta conclusión autodestructiva no está en el reality y eso le resta efecto. Para compensar, tiene que aguar sus historias y limar a sus personajes. Es como casi todo en la vida de esta actriz: una oportunidad no perdida y no exenta de mérito, pero que podría haber sido más.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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