Chungo, chungo
Hacía lustros que Los Chunguitos habían desaparecido de la escena, y quizá no fuera tan buena idea volver convertidos en una recauchutada caricatura de sí mismos
“Por más que me pregunto, no encuentro la razón, ay qué dolor, para dejarme así, ay qué dolor, sin una explicación, ay qué dolooor”. A quien, al evocar estos ripios, subrayados con sus correspondientes guitarrazos, no se le pongan los vellos como alcayatas o tiene menos de 30 años, o no ha pisado un karaoke en su vida, o tiene horchata en las venas. El hitazo, de 1976, convirtió a sus intérpretes, Los Chunguitos, en los reyes de la rumba flamenca y en el estandarte del ansia de libertad y normalización de cierta España de los años 70 y 80. La de los barrios marginados, la del paro, la de las drogas, la de los gitanos, la de los excluídos. Pues bien, este jueves, los supervivientes de aquel grupo mítico, Juan y José Salazar, fueron expulsados por Mediaset del, por otra parte selectísimo, club de inquilinos de la casa de Gran Hermano VIP precisamente por arremeter contra el prójimo que tanto defendían entonces cuando se trataba de sus hermanos de sangre.
“Preferiría tener un hijo deforme a uno maricón”, le soltaron los Salazar a Víctor Sandoval, gay explícito y otro de los concursantes. Eso, después de haber llamado “mono”, “gorila” y “King Kong” a Coman, otro participante del reality, de raza negra. Y de haber confesado, entre groseras chacotas, haber abandonado a un “perro que ladraba mucho” en una de esas gasolineras en las que reinaron durante décadas con sus casetes de himnos de perdedores en la épica batalla de la vida.
Dejando aparte lo infame del asunto, ya son ganas de cargarse la propia leyenda. Hacía lustros que Los Chunguitos habían desaparecido de la escena, y quizá no fuera tan buena idea volver convertidos en una recauchutada caricatura de sí mismos. Porque, sí, alguna vez fueron grandes. Vendieron 25 millones de discos. Fueron redimidos de su origen plebeyo por la crema de la intelectualidad en clásicos cinematográficos como Deprisa, deprisa, Perros callejeros y Días contados. Pero hay cosas que no tienen maldita la gracia. Chungo, chungo lo vuestro, Chunguitos. Dicen que les pusieron el mote de críos por tirarle piedras al tren. Ay qué dolor que, en vez de suicidarse en directo con su propio Veneno, no nos dejaran de recuerdo algo más parecido al Libre, libre quiero ser, quiero ser, quiero ser libre de sus compadres Los Chichos.
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