‘Hora de aventuras’, el reino de la imaginación
Esta serie de animación llega ya a su sexta temporada aclamada por niños y adultos Temas como la discriminación o la guerra se mezclan con un humor infantil
Piensen en un par de niños, de 11 o 12 años, en una jardín, jugando. No tienen mucho, tiran de su imaginación. Desde la atalaya adulta se les ve moviéndose y se les escucha hablar. Están emocionados y absortos. Ahora van a salvar a una princesa, ahora recorren un laberinto, y ahí está, el encuentro final con el dragón. Es la misma imaginación que luego de adolescentes podrían vivir jugando una partida de rol, sentados a una mesa con poco más que unos dados, unos lápices y unas hojas. Estas sensaciones, la idea de imaginar mundos irreales y evadirse, es lo que un grupo de adultos nacidos después de los años 60, criados con el universo del juego de Dragones y Mazmorras y las consolas de Atari, ha plasmado en una de las series de animación más exitosas de la historia reciente de la televisión: Hora de Aventuras (Adventure Time). Los protagonistas son dos amigos, Finn y su perro mágico Jake, cuyo objetivo en la vida es vivir aventuras y ayudar a los demás. La serie va ya por su sexta temporada. En España se puede ver en Boing y en Yomvi.
Hora de aventuras tiene el mérito de contar en cada capítulo una historia en 11 minutos sin repetirse respecto a episodios anteriores con unos personajes que están en constante evolución. No necesita un planteamiento clásico y sorprende por su humor absurdo y los temas que tocan de manera más o menos sutil, como la paternidad, la discriminación sexual, el maltrato, la guerra o las armas. De fondo, el planeta tierra en el futuro, tras una guerra nuclear, en la que todo ha mutado a cosas bonitas y la magia existe. Una serie extraña que los niños entre seis y 15 años veneran y que muchos adultos siguen de forma ferviente. “En general los padres nos agradecen que hagamos algo que disfrutan viendo con sus hijos”, dice por teléfono su actual jefe de guionistas, Kent Osborne. ¿Y a los padres que creen que sus hijos están viendo algo poco apropiado? “Les diría que siento que tengan que verlo con sus hijos. Tengo 45 años y me encanta la serie. No podría decirle mucho a un adulto que no le guste, porque creo que es agradable de ver”.
La serie fue creada por el guionista Pendleton Ward en 2010 en Cartoon Network tras el éxito en Internet en 2007 de un corto en el que ya aparecían los personajes principales. La descomunal fama que obtuvo Ward en las primeras temporadas hizo que se retirara a un segundo plano para poder pensar en otros proyectos y colegas como Osborne (que venía de trabajar en Bob Esponja), Adam Muto o Rebecca Sugar tomaron el testigo. Una generación que reconoce tener a Los Simpson y South Park como grandes referentes y cuyo acercamiento a la infancia recuerda al que hicieron en su momento Bill Watterson (Calvin y Hobbes), Roald Dahl (Charlie y la fábrica de chocolate) o Maurice Sendak (Donde viven los monstruos). “Solo escribimos cosas que nos gustan y que pensamos que es gracioso”, dice Osborne. “No es que tratemos de poner cosas para los padres y no para los niños o viceversa”. El escritor reconoce que a veces la cadena les tiene que parar los pies sobre lo que pueden poner, por resultar demasiado aterrador para un niño o por exceso de violencia. “No podemos colocar a Finn cortando a un tipo por la mitad con una espada”, dice riendo, “pero no tenemos muchas conversaciones entre nosotros sobre si debemos o no poner esto o aquello. Escribimos para nosotros”.
Osborne cuenta que en cada capítulo trabajan entre cuatro y seis guionistas (son también dibujantes y se encargan de los storyboards) que tienen entre una y dos semanas para dar con una trama original. Se sientan en una habitación y van soltando ideas. “A veces salen por una decisión aburrida, en plan, hagamos algo en la Casa del Árbol [donde viven los protagonistas] porque nuestro equipo de diseño está trabajando mucho y están desbordados, pensemos algo que ya esté diseñado”. Su día a día, y las experiencias de los hijos de amigos y de sus sobrinos, son la principal fuente de inspiración: “Muchas veces hablamos de algo gracioso que nos ha pasado esa mañana o de cuando éramos pequeños. O cosas vistas en Internet. Nos enseñamos vídeos, tratando de hacer reír al compañero”. En otras ocasiones, hacen juegos de escritores: “Nos damos un minuto para escribir todas las ideas que se nos ocurran, se las trasladamos al siguiente para que las evolucionen y hagamos una historia. A veces lo hacemos lo mismo con dibujos”.
Introducción de Hora de aventuras.
“Puede que la imaginación cambie de cuando éramos pequeños, pero en mi caso no es así. Tengo la misma de cuando era un crío”, confiesa el guionista. “Sé que es un cliché en la narración de historias que los adultos se hacen mayores, crecen y se olvidan de lo que era ser un niño, pero yo no me siento así. ¡Mi apartamento está lleno de juguetes! Me recuerda a Big, me siento como Tom Hanks, por fin puedo comprar lo que deseo, y todo son juguetes”, dice entre carcajadas.
La serie tiene anunciada ya una séptima temporada que se estrenará en algún momento de 2015. Osborne reconoce que no le ve un final y que en caso de que llegue igual su creador, Pendleton Ward, tiene algo pensado: “Eso depende de él. Si quiere hacer algo así, estaría bien. No sé si habrá un gran finale, pero parece que puede seguir eternamente”. El reino de la imaginación no tiene fin.
De la pantalla al cómic
Hora de aventuras lleva ya seis temporadas sorprendiendo a muchos. Uno de sus logros ha sido llegar a un público adulto, que no tiene hijos, pero que devora todo lo que tenga que ver con la serie. Desde su estreno en 2010 las librerías y tiendas se han llenado de libros, pegatinas, camisetas, tazas y muchos cómics. Uno de los autores que se ha atrevido a plasmar, y con éxito, el chocante universo creado por Pendleton Ward de forma gráfica es Ryan North, conocido por su trabajo online Dinosaur Comics.
La oferta para hacer los cómics (que en España edita Norma Editorial y existen ya una treintena de números) le llegó a través de su editora y North no lo dudó ni un instante. "No hubiese aceptado si no me encantara la serie", cuenta el escritor a través de un correo electrónico. "Soy un gran fan de Star Trek y he leído varios libros de la saga donde los autores no sabían lo suficiente sobre el universo del que escribían y cometen errores, y eso me mata. No podría haber aceptado si no fuera un fan".
Para North, la oportunidad del cómic era trabajar con unos personajes "tan vibrantes y únicos, con una profunidad que no se ve en la televisión generalista normalmente". Al igual que los guionistas televisivos de Hora de aventuras, North, que no tiene hijos, no escribe pensando en niños, sino para "todas las edades". "Escribir para niños significaría hacer algo bobo, limpio, seguro. No interesante. Mientras que al contrario, para todas las edades significa que es para todos. Solo me preocupa hacer algo en el que nadie diga tacos y todo el mundo lleve la ropa puesta".
El escritor ha estado en constante contacto con Pendleton Ward y Cartoon Network para saber qué tienen pensado para el futuro y evitar así llegar a contradicciones en la historia. Reconoce que pidió una guía al principio, pero le dijeron que lo único que debía hacer era ver la serie y estar al día. Y, también, influencias propias, como Joey Comeau y Emily Horne, creadores de A softer world, o el escritor Kurt Vonnegut (Matadero cinco). "Me encanta su forma de escribir, su humor y su buen temperamento. De hecho, una de sus frases conocidas hace un cameo en una de las historias de Hora de aventuras".
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