El circo de las pesadillas
La coctelera de 'American Horror Story: Freak Show' da como resultado una mezcla que en vez de entretener, cansa
A American Horror Story le gusta caminar por la cuerda floja, jugar con la delgada línea que separa la locura de la razón, lo real de la fantasía, la consciencia y el subconsciente. Pero hay algo en lo que esta creación de Ryan Murphy y Brad Falchuk no duda: todo debe ser llevado al extremo. La que ahora se emite en Fox es la cuarta temporada de una serie que se reinventa a sí misma con nuevas historias, nueva ambientación, nuevos personajes y un plantel de actores similar (algunos están en todas las entregas, como Jessica Lange, Sarah Paulson o Evan Peters; otros repiten en varias, como Kathy Bates o Angela Bassett). Pero mantiene una misma filosofía que subyace en todas las entregas.
Primero fue una casa llena de fantasmas. Después llegó una historia ambientada en un manicomio católico de los años sesenta. Le siguió una aventura de brujas en Nueva Orleans. Y ahora toca viajar con un circo ambulante con seres de diferentes características que les convierten en peculiares a los ojos de los demás. Para los seguidores de las series, el tema de la feria de freaks recuerda inmediatamente a aquella sobresaliente ficción de HBO llamada Carnivàle, tempranamente cancelada tras su segunda temporada por la baja audiencia y lo cara que resultaba su producción. Sin embargo, lamentablemente el Freak Show que presenta American Horror Story no tiene nada que ver con aquella obra de culto seriéfilo que versaba sobre la eterna lucha del bien contra el mal.
Jessica Lange da vida a Elsa Mars, alemana exiliada en Estados Unidos que gestiona el circo ambulante en torno al que tiene lugar la acción. Para mantener en pie el espectáculo, Elsa intenta reclutar nuevos fenómenos, como la mujer con dos cabezas que se une al show. A los problemas internos del circo se unen amenazas externas varias.
Con un planteamiento y un ramillete de personajes tan peculiares, Murphy y Falchuk tenían los ingredientes para conseguir rizar el rizo y dejarse llevar por las locuras que en la segunda temporada, Asylum, les funcionó tan bien. Sin embargo, han metido esos ingredientes en una coctelera de la que solo ha salido una mezcla que en vez de entretener, cansa. Solo se salvan momentos puntuales, casi siempre protagonizados por Jessica Lange y un personaje, el payaso asesino, del que no se saca suficiente jugo.
El año que viene, en la ya asegurada quinta temporada, Lange no estará presente, como ella anunció, por lo que o American Horror Story recupera su camino o puede que termine cayéndose definitivamente de la cuerda floja por la que anda y que debajo no haya ninguna red que valga.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.