Sólo dibujos, y sin voz
A Quino no le agrada la versión cinematográfica de sus tiras: sus personajes ‘hablan’
1. Ese nombre tan raro. Mafalda tiene un nombre extraño. Nació hace unos 52 años gracias a la publicidad, porque a Quino le encargaron unas tiras para una campaña subliminal de los electrodomésticos Mansfield. El nombre “Mafalda” serviría para evocar la marca. Se trataba de crear una familia que usara esos aparatos, pero los diarios argentinos se negaron. Así que la campaña encubierta nunca se hizo. Dos años más tarde, el jefe de redacción de la revista Primera Plana le preguntó a Quino si tenía algo distinto de lo que venía publicando ya con regularidad. Y entonces él echó mano de las tiras fallidas. Ahí empezó todo: el 29 de septiembre de 1964.
2. Llevada al cine. Mafalda ha sido proyectada en la pantalla grande con dos producciones. La primera, elaborada en Argentina, le puso una voz al personaje. El propio Quino cuenta que al salir del cine oyó decir a la gente: “¡Pero ésa no es la voz de Mafalda!”. Y el dibujante añade ahora a su propio relato: “¡Como si hubiera tenido voz alguna vez!”. Lógico: cada cual se había hecho su idea sobre la voz de la niña. Sea por eso o por otras cuestiones, Quino dice con claridad: “No me gusta nada esa versión”. Más tarde, su amigo el realizador cubano Juan Padrón le propuso intentarlo de nuevo, esta vez sin voz. “Aquello quedó ya muy bien”, recuerda Quino. “Y eso a pesar de que Mafalda no decía las cosas que decía Mafalda. Todos los personajes hablaban así como pichipichipichi”… Unos sonidos sin significados. “Fue una linda experiencia”. Los derechos de esta serie respaldada por Quino están ahora en manos de Imagina International Sales.
3. Personajes incendiados. Una gran exposición de 2.100 metros cuadrados sobre Mafalda se inauguró en la primavera de 1992 en Madrid, con motivo del V Centenario. Allí estaban, en tamaño grandote, los personajes de Quino. Los visitantes pudieron sentarse en el colegio de Mafalda, recorrer el almacén de Manolito, ver los dibujos animados de toda la pandilla y escuchar aquella vieja radio. Tras recibir cientos de miles de personas durante 66 días, iba a llevarse a Sevilla y a otras ciudades, pero faltó financiación. Los muñecos quedaron recluidos en un almacén… y éste se incendió. ¿Fatalidad del destino?: es posible, porque los muñecos los había fabricado Manolo Martín, ¡un artista fallero!
4. La prolongación. Con motivo del 50º aniversario de Mafalda se han abierto en Buenos Aires tres exposiciones. Una de ellas recoge la propuesta de Alicia Colombo, esposa del dibujante, de mostrar cómo las ideas de aquella niña, desarrolladas en sólo 1.928 tiras, siguen vivas en las geniales viñetas que Quino ha seguido publicando durante toda su vida. “El disco duro continúa ahí”, dice él. “Se ven los temas que he tocado siempre. Se muestra una tira de Mafalda y a continuación los dibujos que se derivan de ella. Y la gente dice: ‘Mirá, claro…, son las ideas de Mafalda”. Y añade… otra vez: “Para qué volver a dibujar a Mafalda. Continúa siendo actual. Nuestra época se parece mucho por los desastres que sigue cometiendo el ser humano”.
5. Preguntas difíciles. ¿Cómo se apellida Mafalda? No se sabe. Su papá en los dibujos no tenía ni nombre de pila… La madre sí: Raquel. ¿Cuál es el personaje preferido de Quino?: Felipe. ¿Qué habría pasado ahora si…? En una cena a la que asistió en Oviedo con algunos amigos poco antes de recibir el Príncipe de Asturias, uno de los comensales le preguntó si hoy en día los papás de Mafalda estarían divorciados. Sin aguardar a la contestación, se abrió un interesante debate al respecto, con profundas reflexiones psicológicas. Finalmente, todos miraron a Quino esperando la respuesta definitiva. Y él dijo: “No lo sé…, para mí son sólo dos dibujos…”.
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