C. K.
La comedia de situación 'Louie', que protagoniza el cómico Louis C. K., tendrá una quinta temporada, aunque solo constará de siete episodios
Después de que la comedia de situación Louie, que protagoniza el cómico Louis C. K., haya alcanzado en su cuarta temporada la más alta expresión de calidad, se anuncia que habrá quinta, aunque solo constará de siete episodios. La libertad argumental de esta serie la ha trasladado de un formato urbano y realista donde las peripecias de un cómico de bar se desarrollaban un poco en la estela de Seinfeld y la posterior serie de su creador, Larry David, hasta un rincón menos previsible. Los últimos capítulos de Louie se han convertido en una tragicomedia moral sobre la soledad, la paternidad, el miedo y la incomunicación, temas tan enormes que solo un tipo que hace chistes puede tratar sin ruborizarse. La mejor manera de comprobar el éxito de un formato es ver cómo surgen en su estela versiones similares. En España, la serie de pequeño formato El final de la comedia en Comedy Central podría ser un hermano local.
Louis C. K. esconde en la abreviatura su apellido de origen húngaro Skélezy. Aunque su primera lengua fue el español, ya que se crió en México, termina por ser un producto natural de la gran urbe norteamericana. Divorciado con dos hijas, en la serie se permite viajes al pasado cuando era un estudiante mediocre con cierta inclinación por las drogas y las malas compañías, pero también una cierta mirada al negocio de la comedia de bar donde ha triunfado. Sus relaciones sentimentales tienen algo de búsqueda del ideal, aunque casi siempre empujadas al rincón patético del fracaso. Lo mejor de su comedia es que se ennegrece y se transforma en un comentario actual, no en una fórmula previsible donde los capítulos se construyen con risas medidas bajo una partitura de lata de conservas.
No quedan fuera ni sus miedos ni sus carencias, tampoco la chanza sobre su aspecto físico, su glotonería y su fofez. Hay artistas invitados y concesiones al guiño profesional, pero nada que lo aparte demasiado del relato en primera persona donde la comedia no se esfuerza por hacer reír sino por hacer sentir y dudar. Es una tradición que él prolonga con acierto aunque venga de atrás y el placer reside en sentarse a ver un episodio nuevo sin saber de antemano por dónde va a desarrollarse.
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