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Observar (y ordenar) el mundo

En 'Da naturaleza das coisas tudo acaba', el artista portugués Carlos Nogueira presenta los objetos, muchos de ellos ya inservibles, que pueblan su espacio cotidiano

Varios de los objetos integrantes de la instalación de Carlos Nogueira en Culturgest.
Varios de los objetos integrantes de la instalación de Carlos Nogueira en Culturgest.

El arte conceptual empezó siendo rigurosa proposición lógica que eludía no solo cualquier posibilidad de referencia al mundo de las imágenes, sino el mero disfrute sensual que caracterizaba las artes desde el Renacimiento. Obviamente, aquellas propuestas textuales que con escueto laconismo sustituían los excesos del expresionismo colorista y del surrealismo desenfadado llegaron pronto a agotar sus posibilidades, sin embargo, dejaron una profunda huella en el arte que surgió en los años setenta. El artista portugués Carlos Nogueira (Lourenço Marques, Mozambique, 1947), formado como escultor y pintor en Oporto y Lisboa, pronto inició una carrera como artista multidisciplinar, añadiendo a las prácticas artísticas tradicionales la performance, el happening y la instalación, y como consecuencia de la omnipresencia del arte conceptual su obra se volvió poética. Pero la poética de Nogueira no se apoya en la literalidad de las sentenciosas palabras, sino que surge al explorar otros aspectos del conceptualismo, como la búsqueda del sentido que pueden poseer los objetos, con los cuales logra establecer sutiles relaciones simbólicas.

Es, por tanto, un artista que trabaja con la materia o desde la materia, pero que va más allá de lo meramente escultórico. Sus obras hablan de temas que podríamos calificar de filosóficos (conceptuales) como son la luz, el espacio, la geometría y, cómo no, la sustancia, es decir, la esencia de los materiales. Su lenguaje es formalmente minimalista, construido con líneas y figuras escuetas, silentes, conformado como piezas arquitectónicas, capaces de contener o delimitar el espacio, de limitar el paso o de filtrar la luz.

Las obras de Nogueira hablan de temas filosóficos: la luz, el espacio, la geometría y, cómo no, la sustancia

Una impecable exposición retrospectiva, organizada en 2012 por la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa, puso de manifiesto que su obra está en continua transformación, pero también que tanto las mutaciones que experimenta como los diferentes medios de que se sirve el artista se realizan sin sobresaltos ni discontinuidades. La materialidad con la que trabaja es consecuencia de unos procesos y se desarrolla a través de unos proyectos que surgen de un pensamiento fenomenológico en el que queda implícita la observación de las cosas que componen el mundo.

Este es el motivo generador de la presente exposición en Oporto, donde el minimalismo se ha transformado en una estantería de acero inoxidable, impecablemente construida, sobre la cual reposan herramientas, objetos, fragmentos, restos irreconocibles, pecios de la vida, la mayoría inservibles, carentes de uso e incluso irreconocibles, pero que son portadores de una forma y una materialidad, tal vez residuales, que permiten reconstruir sus hipotéticas funciones ya perdidas. De entrada, la propia estantería sorprende al visitante. ¿Dónde está la exposición, cuáles son las obras, por qué está vacía la sala? Pero los objetos se presentan a sí mismos, reclaman la atención del visitante y muestran, uno a uno, su propia naturaleza específica, como si estuviéramos ante un texto de Lucrecio. Son objetos del mundo o, mejor, son los objetos que pueblan el mundo, limitado y preciso, del estudio de Nogueira. Cada uno de ellos ha sido llevado allí en un momento determinado, ha servido para algo, se ha deteriorado o transformado y, por último, ha pasado a formar parte del espacio cotidiano del artista. Ahora él los toma en sus manos nuevamente y los recoloca, uno a uno, en la estantería, como Duchamp hizo con la valija en la que reunió los objetos que fueron testigos de su experiencia vital.

Carlos Nogueira. Da naturaleza das coisas tudo acaba. Culturgest. Avenida de los Aliados, 104. Oporto. Hasta el 27 de diciembre.

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