La extraña historia de los pioneros de la electrónica
Silver Apples sentaron las bases del 'synth pop' entre 1967 y 1969, pero un problema con la justicia les hizo ocultarse. Volvieron para recoger el respeto que se les negó en su día
“No nos escondimos lo bastante rápido”, recuerda Simeon Coxe. “Una noche estábamos tocando en la sala Max Kansas City cuando apareció la policía de Nueva York y empezó a requisar nuestro equipo. Consiguieron llevarse la batería de Danny y varios amplificadores, pero logramos sacar mis osciladores por la puerta trasera. A partir de esa noche permanecimos fuera de la vista un año”.
Un año ocultándose de las autoridades y otros 25 de olvido fue el precio que Silver Apples pagaron por una estupidez. Su segundo disco, Contact, llevaba una foto en portada en la que los dos componentes del grupo, Simeon Coxe y Danny Taylor, aparecen sonrientes en la cabina de un avión de pasajeros. Para su realización contaron con todo el apoyo del jefe de prensa de la compañía Pan Am que vio en aquellos dos sonrientes hippies una estupenda forma de promocionar la aerolínea. Lo que no sabía es que en la contra aparecían superpuestos sobre la foto real de un accidente aéreo. La poderosa empresa montó en cólera. En 1969 denunció a la discográfica, al grupo, a las tiendas que vendían el álbum. Coxe y Taylor se vieron obligados a esconderse. Contact fue retirado de las tiendas. Silver Apples borrado de la historia del pop.
La primera vez que los escuché pensé que eran la banda más funky de la historia”, Stephen Malkmus (Pavement)
O eso parecía. “En 1994 un amigo encontró en una tienda de Nueva York el bootleg que publicó TCR. Me lo contó y conduje hasta allá para verlo con mis propios ojos. Y descubrí que había docenas de homenajes, de discos piratas, de imitadores en directo, de versiones ¡incluso un tío se hacía pasar por mí!”.
Fue la generación de los noventa la que redescubrió a Silver Apples, gracias a ese álbum. Un disco semilegal publicado por el sello alemán TCR que recopilaba los dos discos del grupo que llevaban un cuarto de siglo descatalogados. “La primera vez que los escuché pensé que eran la banda más funky de la historia”, dice Stephen Malkmus, líder de Pavement. “Era la época en la que Beastie Boys eran enormes, y yo pensaba, ‘tendrían que usar estos sonidos como loops”. No es el único fan. Su influencia ha sido reconocida por Stereolab o Portishead. Estos últimos han invitado a Coxe a tocar con ellos. Músicos como Daniel Hunt, de los británicos Ladytron, confiesan abiertamente su devoción por el dúo. “Fueron de enorme importancia para el desarrollo de la electrónica. La visión popular de la historia está basada en la idea generalizada de que Kraftwerk lo inventaron todo. Pero en Silver Apples había una enorme cantidad de ideas que más tarde se desarrollaron. Estoy contento de que por fin se les haya puesto en contexto”.
La visión popular de la historia es que Kraftwerk lo inventaron todo. Pero en Silver Apples había una enorme cantidad de ideas que más tarde se desarrollaron. (Daniel Hunt, Ladytron)
En el breve periodo que va desde 1967 a 1969, antes de que los alemanes Kraftwerk, creadores oficiales del género, hubieran publicado nada y al mismo tiempo que Walter Carlos revolucionaba el mercado de la música clásica con su Switched-On Bach, en el que reinterpretaba con sintetizadores moog la obra del compositor, Silver Apples con un solo disco homónimo y el frustrado Contact —“iba muy bien en las listas cuando llegó todo el follón”, se lamenta Coxe— inventaron la electrónica pop. “Siendo honrado, jamás había oído hablar de música electrónica. Mis influencias eran músicos de Nueva Orleans como Fats Domino y Big Mama Thornton”.
Simeon, que estaba en la veintena, era un músico de Nueva Orleans que tocaba en Nueva York en un grupo de rock llamado The Overland Stage Electric Band. De forma casual descubrió un artefacto electrónico. “Un oscilador es un generador de tonos electrónicos que se utiliza en laboratorios. Nunca se pensó para ser un instrumento. Un amigo, músico clásico, tenía uno. Solía beber vodka por las noches, poner sus discos de Beethoven y jugar con él. Una noche, después de que se desplomara por la bebida, puse un disco de rock y empecé a manipular el oscilador. Me enganché. La noche siguiente lo llevé al concierto de The Overland Stage Electric Band. Ese fue el comienzo de Silver Apples”.
Solo Danny Taylor, el batería de su grupo, le vio la gracia al artefacto y por eso Silver Apples se constituyó como un dúo. Simeon tocaba el instrumento que él mismo creó uniendo varios osciladores que generaban sonidos por medio de interruptores y cuyos tonos y texturas modificaba por medio de pedales. Lo bautizó como The Simeon. “Pesaba mucho, hacían falta dos roadies y una furgoneta grande para moverlo. Durante años estuvo guardado en la casa de un amigo en Alabama, pero el huracán Frederick lo destruyó en 1979. Hoy sigo utilizando las pocas piezas que se salvaron”. Porque a partir de 1994, Silver Apples vuelven a la carretera. Y todavía continúan. Su nueva gira les trae a España. Sin Danny Taylor, que murió de cáncer en 2005. “La última vez que vi a Danny después del follón con Pan Am estaba trabajando en una tienda de delicatessen de Nueva York haciendo sándwiches. Cuando por fin lo encontré de nuevo después de casi treinta años tuvimos una fiesta de dos días para ponernos al día. Trabajaba para la compañía telefónica. Fuimos a una tienda de música al día siguiente, compró una batería y empezó a tocar. Era como si nunca lo hubiéramos dejado”.
Silver Apples actúan el 11 de noviembre en Barcelona; el 13, en Sevilla, el 15 en Madrid y el 16 en Alicante Madrid.
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