Palomitas contra los jinetes del Apocalipsis
Ichabod Crane y el siglo XXI siguen sin llevarse demasiado bien. Además de los problemas que tiene con los inventos modernos, la ropa moderna e incluso con las expresiones modernas, los verdaderos quebraderos de cabeza se los dan fuerzas del más allá, los jinetes del Apocalipsis y otros seres sobrenaturales. Sleepy Hollow ha vuelto (ayer arrancó en España en Fox) tan entretenida como se fue, y reforzada con incorporaciones y con John Noble como actor regular. Porque no solo de dramas políticos, profundos y contemplativos vive el seriéfilo.
Sleepy Hollow se convirtió el año pasado en una de las sorpresas de la temporada. Su apuesta por un divertimento ligero funcionó cada vez mejor a la vez que iba afianzándose la buena química que hay entre la pareja protagonista, la detective Abbie Mills e Ichabod Crane, ese hombre que vuelve a la vida 200 años después y se encuentra en un mundo desconocido para él y lleno de peligros para cuya resolución son clave él y su compañera. A su favor jugó el que la primera temporada estuviera compuesta por solo 13 capítulos, con lo que se evitó la tentación de estirar demasiado la trama. Este peligro lo tendrá que afrontar la segunda entrega. Dada la buena acogida de la serie en su debut, la estadounidense Fox ha dado más capítulos a la serie, que ahora tendrá 18 episodios.
Sin embargo, a pesar de haber vuelto en buena forma en contenido, la audiencia en Estados Unidos no ha respondido de la forma esperada y los datos no hacen más que caer (Gotham, que se emite justo antes en EE UU, tampoco tiene grandes cifras de audiencia). Otro nuevo enemigo al que tienen que enfrentarse Ichabod y Abbie.
Datos aparte, Sleepy Hollow sigue siendo un buen estandarte de un grupo de series que no siempre tienen el reconocimiento que se merecen: esas series que invitan al espectador a verlas en la tarde del fin de semana acompañadas por palomitas y refresco mientras desconectas del resto del mundo y dejas a un lado los problemas y las preocupaciones. Series que dan diversión sin más.
En el Birraseries que se celebró en Madrid en el Festival de Series hace un par de semanas tuvo lugar una batalla de series de la que saldría la mejor ficción televisiva emitida este año en España. La vencedora, contra todo pronóstico, fue Arrow. Los votos para ir pasando rondas en cada enfrentamiento de series se recibían por Twitter. Y contra comunidades de fans tan potentes y activas como las de Arrow o Bella y Bestia (otra de las que se había colado entre las 10 clasificadas para la guerra de series; no es broma), títulos como Breaking Bad o The Good Wife no tenían nada que hacer. Ni siquiera Juego de tronos fue capaz de vencer al arquero.
Volviendo a Sleepy Hollow, su segunda temporada sigue dejando esos toques de humor gamberro tan característicos de una serie que no se quiere tomar demasiado en serio a sí misma (como Ichabod confesando que ve Glee) y esos momentos y esas tramas que recuerdan tanto a Fringe (por no hablar de la mayor presencia de John Noble). Las brujas, las leyendas, los casos sobrenaturales y los toques fantasiosos y de aventuras tampoco faltan. Y esa vocación por entretener que tanto se agradece.
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